Fernanda Canales, práctica integral de la arquitectura

                                                Gustavo López Padilla

El ejercicio profesional de la arquitectura, ofrece un variado repertorio de alternativas de cómo puede ser ejercida. Naturalmente la máxima aspiración de quienes estudian arquitectura, es la posibilidad de dedicarse fundamentalmente a lo que tiene que ver con el diseño de espacios habitables, útiles, dentro de los cuales los seres humanos puedan desarrollar el conjunto de sus actividades cotidianas. Espacios destinados para viviendas, pero que pueden estar dedicados también a la educación, los servicios de salud, los referidos al entretenimiento, la cultura, las diferentes modalidades del trabajo o los servicios. Pero hay quienes dentro de las opciones profesionales arquitectónicas prefieren lo que tiene que ver con sus alternativas constructivas, dedicándose a la materialización de las ideas proyectuales realizadas por otros. También existen profesionales que laboran en la educación arquitectónica, urbana o paisajística, en las distintas universidades que cuentan con estas carreras. Otros más trabajan en la documentación histórica de la arquitectura o en la reflexión critica de la misma, dejando constancia de sus actividades en libros, revistas o en los distintos medios de comunicación. Pero hay arquitectos, los menos, que desarrollan al mismo tiempo de manera integral, un conjunto de algunas o todas las actividades mencionadas previamente y esto les permite tener una práctica, una visión y proyección mas amplia de la arquitectura, logrando en algunos casos mayores niveles de trascendencia.

Casa Bruma

Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, nos referiremos ahora a la actividad profesional de la arquitecta mexicana Fernanda Canales González, nacida en la ciudad de México en el año de 1974, habiéndose graduado en la Universidad Iberoamericana en 1997, obteniendo además una maestría en Teoría de la Crítica en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, 2001 y el Doctorado en Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, 2013. La arquitecta inició su práctica profesional independiente en el año 2006, con la particularidad de no haber constituido, desde aquellos años a la fecha, un taller tradicional de diseño, con un lugar y un equipo permanente de trabajo. Su modalidad laboral es flexible, en tiempo, lugar y lo que tiene que ver con la conformación de los equipos de trabajo necesarios, dirigidos por ella, dependiendo del tema y complejidad del proyecto que le puedan encomendar.

Casa Recreo

En el trayecto de su actividad proyectual, de casi veinte años, ha tenido la oportunidad de desarrollar proyectos de diferentes escalas, temas y complejidades programáticas, con resultados satisfactorios desde el punto de vista de los diseños implicados y sus resultados constructivos, mismos que le han llevado a contar con visibilidad profesional tanto nacional como internacionalmente. Temas que van desde casas habitación, conjuntos de departamentos y casas, todas las obras anteriores relacionadas con la iniciativa privada, sumando algunos proyectos de carácter cultural y de servicios, particulares unos y otros respondiendo a solicitudes de diferentes instancias del estado mexicano.

Vivienda portales

Así las cosas podemos identificar entre sus obras realizadas para la iniciativa privada: las casas Bruma, 2017, realizada en colaboración con Claudia Rodríguez y Recreo 2017, ambas ubicadas en la Reserva del Peñón, Estado de México. Se suman a las anteriores los edificios de departamentos Vivienda Portales, 2015 y la Vecindad Monte Albán, 2020, ambos ubicados en la ciudad de México. En lo que tiene que ver con la cultura se pueden mencionar para la iniciativa privada: el Centro Cultural Elena Garro, 2012, ubicado en Coyoacán, en la ciudad de México, diseñado en colaboración con arquitectura 911sc y con un carácter mas social: el prototipo de Salas de Lectura, 2015, que se ubicaron en distintos conjuntos de vivienda social ubicados en las ciudades de Campeche, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Yucatán y Zacatecas. Adicionalmente a lo anterior desarrolló el proyecto el Centro Comunitario Pilares, 2022, ubicado en Iztapalapa, en la ciudad de México. En este mismo sentido, en años recientes, entre 2020 y 2023, desarrolló un conjunto de seis proyectos, como parte de las obras sociales solicitadas y coordinadas por la SEDATU, ubicadas particularmente en el Estado de Sonora. Entre los temas desarrollados en estos proyectos se cuentan: Una Biblioteca y Parque Público, Centro Social y Deportivo, Casa para Adultos Mayores, Centro Deportivo, Plaza Benito Juárez y Centro de Desarrollo Comunitario.

Vecindad Monte Alban

Si nos detenemos a visualizar y reflexionar sobre los resultados del conjunto de proyectos realizados por Fernanda Canales, podemos identificar una postura proyectual seria profesionalmente hablando, serena, relacionada con criterios claramente racionalistas, empleando fundamentalmente formas geométricas simples, ordenadas regularmente, buscando expresividades relacionadas con contrastes y dinámicas volumétricas, acentuadas por diversas calidades de luz, sombras, combinando con habilidad distintos materiales y sus texturas correspondientes, que implican al final de cuentas las calidades plásticas atractivas resultantes en sus proyectos. Busca siempre claridad compositiva y jerarquización adecuada de componentes de programa, con secuencias lógicas de recorridos. En términos constructivos está implícita también una postura racionalista, manejando preferentemente componentes de concreto armado, expresado mediante el empleo de distintas texturas de terminados, a veces concreto de color natural y en otras buscando distintas calidades visuales y táctiles, mediante el uso de otros colores integrados al colado del concreto, combinando lo anterior con bloques de cemento o tabiques de barro, en ocasiones algunos componentes de madera, todo lo anterior en su condición aparente, buscando de inicio una eficiencia presupuestal de construcción y pensando mas adelante, en lo que tiene que ver con sus costos de mantenimiento.

Centro Cultural Elena Garro

Pero la actividad profesional de Fernanda Canales se vuelve rica y variada, al sumar a su actividad proyectual, otras que tienen que ver con la enseñanza de la arquitectura, la curaduría de algunas exposiciones vinculadas con el mismo tema y ejerciendo también una prolífica actividad de historiadora y crítica, relacionando lo anterior con la arquitectura y las cuestiones urbanas. Ha impartido clases en el Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, entre 2001 y 2003, en su propia Universidad Iberoamericana, entre 2005 y 2010 y ha tenido también la oportunidad de impartir clases en el extranjero como invitada en Yale School of Architecture, 2019, Princeton, 2021, Harvard University GSD, 2022, además de impartir clases en el Politécnico de Milan, 2023. En lo que se refiere al mundo de las exposiciones fue curadora en el año 2013 de Cultura en Construcción, una presencia de la 13 Exposición Internacional de la Bienal de Venecia, en el año 2014 fue la museografa de la exposición México 1900 – 2010, realizada en el Palacio Iturbide ubicado en la ciudad de México y en 2015, fue curadora de la exposición La Arquitectura del Siglo XX, que se realizó en el Museo Amparo, en la ciudad de Puebla. Como historiadora y crítica de la arquitectura cuenta entre sus publicaciones con: Arquitectura México 1900 – 2010, editada por Arquine en 2013, Vivienda Colectiva en México, Gustavo Gili, 2017, Mi casa, tu ciudad. Privacidad en un mundo compartido… de Puente Editores, del año 2021.

Salas de lectura

En este orden de cosas, la actividad profesional de la arquitecta Fernanda Canales, la ha ejercido con una visión completa, integral, en donde se retroalimentan de ida y vuelta el diseño, la enseñanza, la curaduría de exposiciones, la práctica del ejercicio de la historia y la reflexión crítica, entendido todo lo anterior como un serio compromiso social, implicando en ello el respeto y constante conocimiento de la ciudad y desde luego de la propia arquitectura. El conjunto de esta práctica transita hasta el día de hoy, por lo que podríamos considerar como el medio camino, lo cual significa que en adelante, todavía existen muchas cosas inéditas por experimentar, que en un futuro, seguramente enriquecerán la presencia de Fernanda Canales, dentro de los ámbitos de la arquitectura mexicana actual e internacional.

Centro Comunitario Pilares

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Cultura Nacional y Arquitectura Mexicana

 Gustavo López Padilla

  … lo extraño convertido en propio y lo propio proyectado en lo extraño; he aquí la mecánica del intercambio cultural entre las comunidades humanas.

Alberto T. Arai

Entre las reflexiones desarrolladas por el poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998) en relación al desarrollo de la cultura nacional, en particular referidas a nuestra literatura moderna nos comenta: la literatura mexicana por muchos años fue una afluente relacionada con la literatura de la Europa central y mas vinculada todavía respecto a la literatura española, pero de los años cincuenta del siglo pasado en adelante, nuestra literatura ha adquirido personalidad propia y se ha convertido intelectual y prácticamente en un río caudaloso, siendo reconocida ya de esta manera en el mundo.

Si estas mismas ideas las trasladamos a lo que tiene que ver con la arquitectura, nosotros nos incorporamos a la modernidad, a partir de los inicios de los años veinte del siglo pasado, tomando como referencias las ideas y obras desarrolladas históricamente por los países centroeuropeos y los Estados Unidos de Norteamérica, desde la Ilustración (1715) y la Revolución Industrial (1750),  hasta llegar al movimiento moderno racionalista al inicio de los años veinte del siglo pasado y nuestra arquitectura por años fue una afluente también de las ideas y las obras de los arquitectos representantes de aquellos países, pero a partir de los años cincuenta del siglo pasado, nuestra arquitectura comienza a consolidar una personalidad propia, que la ha llevado a convertirse en un referente particular importante de la arquitectura, siendo valorada en el mundo de esta manera. Nuestra arquitectura actual tiene rumbo propio.

Frontones Ciudad Universitaria 1954, proyecto de Alberto T. Arai. Ilustración Natalia González Piña.

En los libros de historia y crítica universal de la arquitectura, desarrollados inicialmente por los historiadores europeos que dieron cuenta y promovieron el movimiento racionalista, como Nikolaus Pevsner (1902-1983), Peter Collins (1920-1981), Siegfried Giedion (1888-1968) y Leonardo Benévolo (1923-2017) entre otros, nuestra arquitectura no ocupaba en principio un lugar, pasaba  desapercibida, vamos parecía que no existía, pero encaminada  la segunda mitad del siglo veinte, ya algunos historiadores comenzaron a valorarla, formando parte además de un gran movimiento que constituye la arquitectura latinoamericana.  Es así que de afluente, vale la pena insistir, nuestra arquitectura se ha convertido también en un río caudaloso, con ideas, obras y personalidad propias.

Fuente de loa Amantes 1964, proyecto de Luís Barragán. Fotografía de Juan Ignacio del Cueto.

La arquitectura mexicana moderna, como todas las del mundo, no tiene un carácter necesariamente unitario, hoy en día es rica en variedades vitales, intelectuales, expresivas, compositivas,  formales y constructivas, dando cuenta con sus obras, de una buena parte de las diferentes posibilidades de ejercer proyectualmente la arquitectura, incluyendo desde el racionalismo, pasando por el minimalismo, el high tech, la arquitectura orgánica, la arquitectura que privilegia las estructuras como los cascarones de concreto armado, el posmodernismo y algunas posibilidades de las arquitecturas complejas como el deconstructivismo.

Espacio Escultórico Reserva Ecológica de la UNAM, 1979. Goeritz, Sebastián, Felguérez, Hersua, Helen Escobedo, Federico Silva. Ilustración Rodrigo López Sanromán

Pero si bien toda obra realizada por arquitectos mexicanos, ya sea dentro del país como fuera del mismo, incluyendo en ocasiones hasta arquitectos extranjeros que realizan obras dentro de nuestro territorio, se consideran en conjunto como arquitectura mexicana, existe una alternativa en la que se realizan proyectos absolutamente contemporáneos, pero que toman en cuenta ideas, valores, historia, expresiones espaciales, formales y compositivas, que se relacionan directamente con lo que tiene que ver con nuestra cultura nacional. Hablamos de cultura nacional, incluyendo todo lo que tiene que ver desde los períodos prehispánico, colonial, la revolución mexicana y tomando en cuenta también  una buena parte de lo realizado ya en la modernidad del siglo XX y lo que va del XXI. Se trata de arquitectos y obras que toman en cuenta nuestra historia, cultura  y tradiciones, que reconceptualizando contemporáneamente lo anterior, realizan proyectos que forman parte de la variedad proyectual  que significa la arquitectura moderna en México, pero que por sus características de resultados, en el mundo se identifican con mayor claridad como arquitectura mexicana moderna.

Museo de Antropología, 1964, proyecto de Pedro Ramírez Vázquez, Jorge Campuzano  Fernández y Rafael Mijares Alcérreca. Fotografía  Gustavo López Padilla.

En el conjunto de arquitectos que realizan proyectos y obras con estas últimas ideas, existe tácita o abiertamente una postura de orgullo y pertenencia a estos valores que se identifican con nuestra cultura nacional y en las expresiones espaciales,  formales y constructivas de sus obras, en mayor o menor medida, existe el compromiso de ser por un lado, absolutamente modernos como muchos de los arquitectos en el mundo, pero al mismo tiempo experimentar valores que hacen que estas obras,  parezcan que solo pudieron haber sido proyectadas y construidas, precisamente en nuestros lugares de origen o con los valores ya mencionados de nuestra cultura. Hablamos de criterios de universalidad, pero enraizados en otros que tienen que ver con nuestra localidad cultural.  El número de arquitectos y sus obras con estas últimas características es significativo y ha sido valorado con muy diversos reconocimientos, incluyendo el Premio Pritzker otorgado a Luís Barragán (1902-1988) en el año 1980.

Colegio de México, 1976, proyecto de Teodoro González de León y Abraham Zabludovzky. Fotografía Gustavo López Padilla

A partir de las ideas anteriores, acaba de ser publicado un libro denominado Cultura Nacional y Arquitectura Mexicana, 2024, de Editorial Designio, que da cuenta pormenorizada de los arquitectos mexicanos y sus obras que forman parte de todo lo comentado previamente. Se trata de un ensayo, entendido como tal, que asume su condición de no buscar juicios de valor absolutos, cerrados, inamovibles  y universales, tratándose por el contrario de valoraciones personales, perfectibles en el tiempo, que aceptan la crítica y en el que se entiende que la ¨ arquitectura es la expresión espacial construida de los valores de la vida ¨ y como tal forma parte del conjunto de la cultura, en la que se incluyen ideas relacionadas con  filosofía,  historia,  economía,  política e incluyendo como parte de la cultura: pintura, escultura, música, danza, fotografía, arte urbano y literatura, en donde el conjunto de todo lo anterior se conjuga para dar como resultado una manera particular de hacer arquitectura en nuestro país. Y vale la pena insistir, en que esta arquitectura a la que nos referimos, es una alternativa entre las varias e importantes que se practican actualmente en nuestra arquitectura mexicana actual.

Aula para la Equidad, 2010, autores profesores y alumnos del Taller Max Cetto. Fotografía Patricio Harte.

Con estos criterios de tomar en cuenta de manera importante nuestra cultura nacional, se han considerado en las reflexiones que aparecen en el libro mencionado,  proyectos que forman parte de las diferentes posturas de movimientos dentro de la arquitectura universal actual, sumando además obras realizadas en contextos históricos, arquitectura participativa, arte urbano y proyectos de paisaje. Entre los arquitectos mexicanos que forman parte de las presentes reflexiones críticas, se incluyen desde los maestros que iniciaron el movimiento moderno en nuestro país, al principio de los años veinte del pasado siglo XX, hasta generaciones actuales de jóvenes arquitectos. En términos constructivos, se incluyen obras que experimentan con los mas actuales procedimientos constructivos y sus materiales correspondientes y por supuesto se suman materiales y formas constructivas tradicionales, relacionadas preferentemente con la arquitectura participativa que se realiza en las distintas comunidades del país.

Escuela Rural Productiva, 2018, proyecto de Mariana Ordóñez Grajales y Jessica Amezcua Carrera. Fotografía de Comunal Taller de Arquitectura.

Finalmente me parece importante puntualizar, que los arquitectos mexicanos que realizan los proyectos y obras actuales, además de asumir con ello las responsabilidades del compromiso político-social que implica la actividad proyectual y el respeto a los tejidos urbanos de las ciudades donde se ubican, deben tener en cuenta también el otro compromiso ineludible, de construir la propia historia documental de la arquitectura mexicana, la pasada y la actual, dejando constancia documental de lo anterior, incluyendo además valoraciones crítico-reflexivas, para reconocer las condiciones actuales de nuestra arquitectura y poder visualizar posibles derroteros de futuro.  Se deberían sumar además, conjuntamente valoraciones de las historias de las arquitecturas del mundo y la construcción de ideas teóricas que pudieran visualizar renovadas corrientes del pensamiento filosófico, arquitectónico y urbano.

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Brutalismo arquitectónico en México

                                                 Gustavo López Padilla

El brutalismo como postura de cómo abordar las propuestas de diseño, arquitectónicas y urbanas, en lo que tiene que ver con sus composiciones, repertorios formales, calidades plásticas y alternativas constructivas, hizo su aparición en la escena internacional, en la década de los años cincuenta del pasado siglo XX. Históricamente está documentado que el término brutalismo fue acuñado por el arquitecto sueco Hans Asplund, (1921-1994) al referirse a las descripciones formales y materiales de la Villa Goth, ubicada en el barrio de Kábo en la ciudad de Uppsala, en Suecia, terminada en 1950, proyecto de los arquitectos suecos también Bengt Edman (1921-2000) y Lennart Holm (1926-2009), realizado constructivamente con tabique aparente, tanto por los exteriores como por los interiores, mostrando algunos otros componentes constructivos terminados con concreto igualmente aparente. Abiertamente el concepto de brutalismo fue utilizado por primera vez por los arquitectos y urbanistas ingleses Alison (1928-1993) y Peter Smithson (1923-2003), quienes formaron parte del grupo Team 10, habiendo realizado entre sus obras la emblemática Escuela Secundaria Moderna, ubicada en Hunstanton, Norwich, Norfolk, Inglaterra, del año 1954. Obra inspirada en los trabajos e ideas de Mies Van Der Rohe, utilizando compositivamente formas geométricas simples y regulares, que si bien están construidas a base de pórticos de acero, modulares, sistemáticos, sus entrepisos están constituidos por losas de concreto, a lo que se suman otros materiales interiores también aparentes. Las instalaciones requeridas en esta obra viajan de manera visible, volviéndose emblemática la imagen de los baños que muestran sus muebles y tuberías a la vista, logrando con ello además de una estética de la ingeniería, ahorros en los costos de ejecución y mantenimiento.

A lo anterior se van a sumar entre otras las experiencias proyectuales y constructivas  del arquitecto suizo-francés Le Corbusier (1887-1965) con proyectos como la Unidad Habitacional de Marsella (1952), ubicada en Sainte-Anne, Francia. Forman parte importante también del brutalismo los trabajos de Paul Rudolph (1918-1997) arquitecto estadounidense, como su Escuela de arquitectura de Yale, también conocida como Rudolph Hall, del año 1963, ubicada en New Haven, Connecticut, Estados Unidos de Norteamérica y poco mas tarde obras de Louis Kahn (1901-1974), nacido en Kuressaaare, Estonia, nacionalizado estadounidense, como el edificio del Instituro Salk, (1965) ubicado en La Jolla, California, Estados Unidos de Norteamérica. Se construyeron  estas obras mostrando sus concretos de manera  aparente. En la obra de Le Corbusier se identificó el concreto con la expresión betón brut, concreto visto o en bruto, haciendo clara referencia a los criterios que identifican el brutalismo. En el año 1966 el crítico e historiador inglés Peter Reyner Banham (1928-1988), en sus reflexiones sobre la arquitectura moderna, hace referencia al término nuevo brutalismo, dejando constancia de sus ideas al respecto en el libro El brutalismo en arquitectura del año 1966.

Torres de Satélite, obra de Luís Barragán, Mathías Goeritz y Mario Pani, 1957, Naucalpan, Estado de México.

La aparición del brutalismo al inicio de los años cincuenta del siglo pasado, corresponde de manera cercana a la terminación de la segunda guerra mundial (1939-1945) y como consecuencia de lo anterior, en términos bélicos y económicos, una buena parte de las principales ciudades en el mundo, requirieron obras de reconstrucción y que reimpulsaran sus actividades de desarrollo. Es así que el movimiento racionalista, aparece como la alternativa social, política, proyectual y constructiva, con la cual se visualiza poder enfrentar de la manera mas eficiente, pronta y práctica, los requerimientos en términos edificatorios de las ciudades implicadas. El brutalismo como expresión plástica y constructiva va a estar asociado necesariamente al racionalismo, tomando en cuenta sus posibilidades conceptuales y prácticas de realización de obras, de manera rápida, racional y eficiente, utilizando los modernos procedimientos constructivos en buena medida asociados a los materiales aparentes, como el tabique o el concreto, pudiendo utilizar también en algunos casos algunos elementos metálicos, piedras naturales e incluso maderas. Se busca desde luego realizar una arquitectura nueva, actual, asociada a la idea de progreso y la utilización de la tecnología moderna, lejos de las referencias históricas y de los componentes superfluos y decorativos. Aquí vale la pena recordar y tener presentes  las propuestas teóricas de autores tan importantes como la del austriaco Adolf Loos (1870-1933), que quedaron documentadas en su ensayo Ornamento y Delito, del año 1908.

Para aquel tiempo, mediados del siglo XX, las principales ciudades en el mundo, van a ejecutar obras relacionadas con importantes conjuntos habitacionales de interés social, instalaciones hospitalarias, educativas, de recreación e incluyendo edificios gubernamentales y corporativos. Y es aquí en donde los criterios brutalistas acompañan estas obras, tomando en cuenta las facilidades constructivas asociadas al uso del concreto y el tabique aparentes, considerando su durabilidad, además sus razonables costos de ejecución y mantenimiento. Con estos materiales se lograron composiciones formales muy expresivas, en donde los resultados estructurales a la vista forman parte sustancial de sus presencias arquitectónicas y urbanas, a lo que se suman juegos de contrastes formales y  lo que tiene que ver con el juego de claroscuros. Se experimentó con combinaciones diversas de texturas y se privilegió la masividad de los volúmenes de los proyectos implicados, formas geométricas regulares, con combinaciones de muros y ventanas, a veces con el criterio de fondo y figura. Se planteó evitar en la medida de lo posible, el uso de cortinas o pantallas de cristal continuas en las fachadas de los proyectos. Los resultados proyectuales se caracterizan generalmente por gamas monocromáticas, asociadas naturalmente al uso del concreto aparente. Se trata de obras que en una buena cantidad de oportunidades experimentaron con búsquedas de monumentalidad y que estuvieron también cercanas a las experiencias formales relacionadas con la escultura.  Algunas obras parecen esculturas habitables.

Edificio de oficinas ubicado en Insurgentes sur 1824,  obra de Benjamín Rubén Méndez, 1967, ciudad de México.

El brutalismo como expresión formal, ha sido experimentado tomando en cuenta asociaciones con ideas teóricas de diversos movimientos arquitectónicos como el racionalismo, el minimalismo, la arquitectura orgánica o el metabolismo. Dada la calidad resultante de una buena parte de las obras que consideran el brutalismo, tomando en cuenta su escala, monumentalidad y significación social, algunas se han vuelto representativas socialmente, convirtiéndose en hitos urbanos, en relación con los cuales se ordena en buena medida la vida cotidiana de los habitantes de las ciudades donde se ubican. Esta arquitectura asociada al brutalismo ha sido también criticada, aludiendo en algunos casos, a lo que consideran  como frialdad y severidad en las calidades habitables de sus espacios. Se han criticado también, al paso del tiempo, sus dificultades de envejecimiento, sobretodo pensando en los concretos aparentes, que llegan a mancharse y deteriorarse, generando imágenes que no son del gusto del público en general.

México no ha sido ajeno al brutalismo y en este orden de cosas, actualmente se exhibe una interesante y bien lograda exposición sobre el tema, en el Museo de Arte Moderno, ubicado en el Bosque de Chapultepec en la ciudad de México, con la curaduría de Axel Arañó (1964), arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Con base en planos, fotografías y maquetas se exhiben 65 proyectos de escala y temáticas diversas, ubicados en distintas ciudades de la República Mexicana como la ciudad de México, Guadalajara, Veracruz y Monterrey. Obras realizadas entre los años sesenta del siglo pasado y hasta los días actuales. Acompañan también la exposición un conjunto representativo de pequeñas esculturas, que se asocian formalmente a algunas obras, que muestran también un carácter escultórico. Entre los autores de las obras exhibidas, se incluyen desde los arquitectos que iniciaron el movimiento moderno en México, hasta generaciones recientes dentro de la arquitectura mexicana contemporánea.

Auditorio Nacional remodelado por Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, 1991, ciudad de México.

En las escalas y temas de los proyectos exhibidos en esta exposición, se pueden observar desde pequeñas casas habitación, pasando por reconocidos conjuntos de vivienda social, arquitectura educativa, cultural, edificios corporativos, deportivos y espacios públicos. Es interesante que se incluyan desde las reinterpretaciones prehispánicas, como los frontones de ciudad universitaria (1953) de Alberto T. Arai (1915-1959), realizados en parte con piedra volcánica, hasta las obras mas actuales. Es una exposición representativa, lograda pero breve, en donde ni son todos los que están, ni están todos los que son. Me parece por ejemplo, que deberían aparecer en esta exposición relacionada con el brutalismo, autores como José Villagrán García (1901-1982) y sus obras relativas a la salud y la educación, Enrique Yáñez de la Fuente (1908-1990) con sus obras hospitalarias o Mario Pani (1911-1993), tomando en cuenta su importante labor en materia de vivienda social y educativa. Podría estar tal vez también, la obra expresiva en términos del concreto aparente de Félix Candela (1910-1997) y sus experiencias con los cascarones de doble curvatura inversa. Me parece que en lo expuesto podría sobrar la obra del hotel de Ricardo Legorreta (1931-2011), en el cual su estructura esencial está recubierta con aplanados de mezcla y color. En otro sentido me parece, reconociendo las dificultades que esto implica, que pudieron haberse incluido videos de las obras, para conocer mas a detalle las calidades de los espacios de las obras, sus secuencias espaciales y poder ubicar y contextualizarlas, en relación con sus extornos urbanos próximos. Saber como forman parte de tejido urbano de las ciudades donde se localizan. El brutalismo ha mantenido una continuidad como postura frente al diseño, desde los años cincuenta hasta nuestros días y las jóvenes generaciones lo siguen considerando como una alternativa importante, dentro de la cual se pueden lograr todavía renovadas alternativas proyectuales.

Conjunto Habitacional Integración Latinoamericana, obra de Sánchez Arquitectos y Asociados, 1976, ciudad de México.

Es de celebrarse que se hagan exposiciones de arquitectura mexicana, como la que ahora nos referimos, lo cual da pié para seguir reflexionando activamente sobre la misma, reconociendo que estas muestras se lleven a cabo en recintos  como el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, que convoca a un público nutrido y diverso, nacional y extranjero. El interés por la arquitectura es natural a todos, ya que vivimos cotidianamente en sus espacios y exposiciones como esta, pueden hacer participar en las reflexiones no solo a los arquitectos, sino al público en general, lo cual enriquece la experiencia y puede abrir nuevos repertorios críticos, para mejorar y visualizar en el presente y el futuro, los ámbitos arquitectónicos y urbanos que habitamos y los que deseamos habitar.


Casa HMZ obra de Lucio Muniain, 2023, en Club de Golf La Loma, San Luís Potosí.

 

 

 

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Flora 16

 

                                                Gustavo López Padilla

Los estudiosos de las ciudades contemporáneas, coinciden en que el desarrollo actual de las mismas, debe incluir necesariamente la reutilización y revitalización de buena parte de lo construido a lo largo de sus historias, tratando de evitar con ello crecimientos territoriales horizontales, que sigan impactando negativa y destructivamente,  en las áreas de los medios naturales de sus alrededores urbanos y aprovechar así de mejor manera al mismo tiempo las infraestructuras existentes, que tienen que ver con las redes vehiculares, transporte,  agua potable, drenaje y energía eléctrica. Con la revitalización y aprovechamiento de lo construido que pueden incluir cambios en los usos del suelo, se puede enriquecer además la vida colectiva de barrio, diversificando actividades que se vuelven complementarias unas con otras, como parte de la vida cotidiana. Vale la pena recordar en este sentido los trabajos de reflexión crítica urbana de Jane Jacobs, recogidos en su emblemático libro Muerte y vida de las grandes ciudades, aparecido originalmente en el año de 1961. La reutilización de las preexistencias construidas puede incluir obras con valor patrimonial, históricas y modernas, a lo que se pueden sumar otras de relativo valor arquitectónico, pero que con su acertada y creativa remodelación, pueden mejorar la vida colectiva  de los contextos urbanos donde se ubican. Dependiendo del valor patrimonial y la calidad arquitectónica de las obras a reutilizar y de los planes de desarrollo urbano de cada localidad, en ocasiones   se pueden también ajustar sus densidades construidas, dentro de las cuales acercarse a densidades medias, con edificaciones que oscilen los cinco niveles, resultan eficientes, con imágenes y calidades urbanas amables y vivibles.

En el año de 1985, la ciudad de México sufrió los impactos de un terrible sismo ocurrido el 19 de septiembre, a las 7.19 horas, alcanzando una magnitud de 8.1 en la escala de Richter. Las afectaciones a las construcciones existentes, se dejaron sentir en diferentes zonas de la ciudad, pero sobretodo en su zona central, que coincide con la principal zona lacustre y sus suelos arcillosos, que constituyen parte de la realidad de la mecánica de suelos  de la ciudad de México. Entre las colonias afectadas, el centro de la ciudad y las colonias Roma e Hipódromo Condesa se contaron entre ellas. Como consecuencia de las afectaciones en las construcciones existentes, una buena parte de la población que residía en esos lugares, abandonaron la zona en búsqueda de sitios más seguros, en relación a la realidad sísmica de nuestra ciudad. Como todo en la vida, los momentos de crisis se vuelven difíciles y conflictivos, pero al mismo tiempo se abren nuevas posibilidades, que con mesura y visión de futuro, se pueden aprovechar para continuar de mejor manera con la vida misma.

Sánchez Arquitectos y Asociados, constituido por Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla, Fernando Mota Fernández y en ese entonces también Álvaro Díaz Escobedo, asumió la postura de acercarse a algunas de las construcciones afectadas, sobre todo en las colonias Roma e Hipódromo Condesa, que por ese entonces, como consecuencia del sismo bajaron sus precios de adquisición, visualizando oportunidades de inversión y que al mismo tiempo pudieran ayudar al rescate urbano y arquitectónico de las mismas. En lugar de alejarse de las zonas afectadas, la actitud fue acercarse y contribuir a su rescate. Fue así que surgió la oportunidad de intervenir en una primera instancia, una casa patrimonial que data del año 1905 del siglo XX, ubicada en la calle de Flora, en el número 16, en la colonia Roma Norte, Alcaldía Cuauhtémoc. La remodelación planteó el cambió de uso del suelo, de la original casa habitación por el  taller de proyectos de Sánchez Arquitectos y Asociados. Esta obra fue de las primeras en su naturaleza, formando parte de la reconstrucción en esa zona de nuestra ciudad, obra terminada en el año de 1986.

En términos urbanos, Flora 16 forma parte de un conjunto de casas habitación, en ambas aceras de la calle, que datan la mayoría de las mismas fechas de ejecución, principios del siglo XX,  consideradas como patrimonio construido, urbano y arquitectónico.  Se trata de proyectos semejantes entre ellas, resueltas  con el criterio de unidad en la variedad, ya que si bien contienen detalles comunes, existen algunos otros que le dan identidad a cada obra. Las casas cuentan con dos niveles altos y un semisótano, terminando por conformar con su presencia una imagen clara y de escala amable, tanto a nivel de peatón como en automóvil. La calle está suficientemente arbolada, contribuyendo lo anterior a sus calidades de habitabilidad.

Contando con un terreno de 145.oo m2, con un frente a la calle de Flora de 8.00 m, la obra original estaba constituida por un cuerpo construido al frente, con dos niveles altos ya mencionados, un patio interior y otro pequeño volumen al fondo del terreno. En buena medida respetando este mismo esquema de distribución, la nueva solución proyectual propuesta, planteó el rescate patrimonial del volumen frontal, la ampliación del patio interior y la intervención con arquitectura moderna en el volumen posterior, que fue demolido y que era el mas afectado por los efectos del sismo. En el volumen frontal se rescataron fielmente sus componentes de la fachada, terminada con tabique aparente y marcos de piedra en las ventanas, se reforzó su estructura y se eliminaron los muros divisorios interiores, para procurar espacios mas amplios, funcionales y flexibles. Se rescataron también sus terminados y decorados de molduras de yesería. En lo que tiene que ver con el nuevo patio y el cuerpo útil posterior, se mantuvieron los muros perimetrales, quitándoles sus acabados de fachada, dejando a la vista tabique y adobe. En el cuerpo final posterior  se propuso una nueva estructura, esta vez metálica, combinada con pisos de madera, separada pero integrada a la materialidad de los muros preexistentes. El patio fue cubierto con componentes metálicos y cristal, con una imagen un tanto industrial.

El patio cubierto fue terminado en sus pisos con tabique aparente y para articular los dos volúmenes resultantes de proyecto se plantearon escaleras y puentes, terminados con barandales y rejillas de piso  metálicas aparentes. En esta zona se incorporó un mural, recordando a la distancia el movimiento de Integración Plástica, que ha caracterizado a la arquitectura mexicana contemporánea, desde mediados de los años veinte del siglo pasado. El volumen posterior, abierto plenamente al patio cuenta con pretiles bajos conformados por blocks de cristal, una ligera estructura metálica de soporte y barandales de madera. La estructura de este volumen está constituida por ángulos metálicos, que terminan siendo columnas cruciformes, a lo que se suman viguetas I en los entrepisos, todo aparente, que recuerdan detalles característicos de las obras de Mies Van Der Rohe, como lo que sucede en la casa Farnsworth construida entre 1946 y 1951 en Illinois, Estados Unidos de Norteamérica.

El resultado proyectual del nuevo taller de proyectos, establece un contraste formal y compositivo interesante, entre el volumen frontal rescatado bastante fielmente en todos sus componentes materiales y la nueva intervención entre el patio y el volumen posterior, proponiendo una arquitectura moderna, con acercamientos conceptuales entre minimalistas y tecnológicos high tech. El conjunto de los espacios resultantes, combinando alturas y calidades vivenciales diversas, terminan siendo continuos, fluidos, bien iluminados, ventilados, flexibles, posibilitando una operación  funcional para los requerimientos del taller de proyectos. El patio se complementa con algunos componentes vegetales y una ligera banca móvil de madera y metal, volviendo el lugar confortable y propicio para estar en el mismo.

A esta experiencia de rescate urbano y arquitectónico en nuestra ciudad, siguieron entre otras: Flora 20 del año 1992, colonia Roma Norte, Chihuahua 97 del año 1998,  colonia Roma Norte, Amsterdam 121 del año 2001,  colonia Hipódromo Condesa, Guanajuato 182 del año 2000, colonia Roma Norte, Teotihuacán 19 del año 2003, colonia Hipódromo Condesa, a las que se suman otras más ubicadas en San Miguel Allende, Guanajuato. Vale la pena insistir, en que tener en cuenta la reutilización y revitalización de preexistencias construidas en las ciudades, es hoy en día un compromiso ineludible entre arquitectos,  urbanistas, desarrolladores urbanos y responsables de los gobiernos respectivos, pensando en establecer nuevos equilibrios urbanos, que hagan viable en términos de sostenibilidad el desarrollo actual de las ciudades, renovando y enriqueciendo sus imágenes urbanas y sus calidades habitables.

 

 

 

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Aportaciones de la arquitectura mexicana contemporánea

 Gustavo López Padilla

La luz hace del muro indiferente un espectral teatro de reflejos.

Octavio Paz

La cultura mexicana que se remonta en sus orígenes con los olmecas hasta el año 1500 A.C., a lo largo del tiempo hasta nuestros días, ha mostrado una notable diversidad de expresiones, que tienen que ver  naturalmente con ciencia, literatura, pintura, escultura, danza, filosofía, sociología, política, economía y desde luego arquitectura. En este trayecto y pensando particularmente con lo que tiene que ver con la arquitectura, podemos identificar a grandes rasgos,  tres grandes periodos en nuestra historia: el Prehispánico que va desde de los 1500 A.C., hasta 1521 de nuestra era cuando sucede la Conquista Española, dando lugar a un segundo periodo que reconocemos como La Colonia, en la que naturalmente se mezclan las culturas locales con las interpretaciones centroeuropeas, hasta llegar finalmente a un tercer periodo (pasando previamente por los movimientos de  la Independencia 1810 y la Revolución Mexicana 1910) que podemos ubicar en los inicios del pasado siglo XX, a mediados de los años veinte, tiempo en el cual  la arquitectura mexicana se incorporó a la modernidad racionalista de la noche a la mañana, de la mano, voluntad  y entusiasmo de un puñado de jóvenes que estudiaban por ese entonces arquitectura en la Academia de San Carlos, dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México. Poco mas de tres mil quinientos  años, en que los distintos  arquitectos de este país han dado muestras de sus habilidades culturales, creativas, proyectuales y constructivas, constituyendo un legado, que podemos identificar como Las Aportaciones de la Arquitectura Mexicana Contemporánea, al conjunto de las experiencias urbanas y arquitectónicas en el mundo.

De la experiencia prehispánica podemos identificar los grandes conjuntos ceremoniales urbano arquitectónicos, ubicados en diferentes regiones de México, entre los que sobresalen Monte Albán, localizado a 8 km de la ciudad de Oaxaca de Juárez, antigua capital de los zapotecos, fundada aproximadamente 500 años a.C., floreciendo hasta 500 años D.C., hoy considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, a partir del año de 1987, al que se suman Uxmal, antigua ciudad maya localizada a 80 km al sur de la ciudad de Mérida, en el estado de Yucatán, fundada en el año 700 a.C., abandonada alrededor del año 1080 d.C., reconocida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año de 1996, sumándose entre muchos otros el conjunto de Teotihuacán (Ciudad de los dioses), ubicado al noroeste de la ciudad de México, entre los municipios de Teotihuacán de Arista y San Martín de las Pirámides, en el estado de México, fundada a inicios de la era cristiana y cuyo declive ocurrió entre el 600 y 650 d.C., declarada también patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987.

El período colonial, el segundo mencionado, en el que se imponen  criterios urbanos y arquitectónicos llegados desde España, que generalmente se caracterizan por el surgimiento de ciudades que responden en la mayoría de los casos a un trazado regular, que se ordena a partir de un nodo urbano fundamental constituido por una plaza pública, alrededor de la cual  se asientan los poderes del gobierno y la iglesia, acompañando lo anterior con algunas zonas de comercio, formando parte de un corredor porticado. En este tiempo se construyeron catedrales, conventos, casas señoriales, viviendas sociales con el criterio de vecindades, una gran cantidad de iglesias de barrio y en las periferias rurales haciendas mas conventos y casas populares.  Estas construcciones coloniales en ocasiones representan proyectual, compositiva y constructivamente, influencias directas de la arquitectura centroeuropea y en muchas otras aparecen naturalmente muestras y mezclas formales y constructivas, como reinterpretaciones referidas  a las culturas enraizadas y naturales de cada localidad cultural.

En los tiempos mas recientes, que podemos fechar en los inicios de los años veinte del pasado siglo XX, México se incorpora a la modernidad, retomando ideas, imágenes, propuestas compositivas, materiales y procedimientos constructivos, directamente relacionados con lo que conocemos como movimiento moderno, racionalista o funcionalista, igualmente influencia de la cultura centro europea. Esta nueva manera de entender las ciudades y sus arquitecturas, mostrará rostros diversos, que van desde las interpretaciones fieles de las obras de los maestros del movimiento moderno, venidas de la Europa central o desde los Estados Unidos de Norteamérica, pero surgiendo naturalmente otras posibilidades proyectuales, en las que se mezclan el movimiento moderno con posibilidades compositivas, formales y vivenciales, que tienen que ver con las culturas y lugares locales donde se levantan las obras, abriendo caminos de renovación y diversificación de la propia arquitectura moderna, llegando en ocasiones a constituir aportaciones inéditas, que identifican la arquitectura mexicana contemporánea.

En estas reflexiones vamos a intentar un primer acercamiento, de lo que podemos identificar como las Aportaciones de la Arquitectura Mexicana Contemporánea a la diversidad de posibilidades teóricas, formales, compositivas y constructivas, de lo que tiene que ver con la modernidad urbana y arquitectónica en el mundo. Se trata desde luego de un intento no definitivo y perfectible en el tiempo, que se puede enriquecer en la medida que se realicen mayores y mas cuidadosos estudios y análisis de los resultados de los proyectos realizados, que forman parte de la arquitectura mexicana contemporánea. En esta oportunidad intentaremos identificar conceptos, proyectos y autores, involucrando conceptualmente los tres periodos esquemáticos de la historia mexicana, enumerados previamente.

Cuando pensamos en la arquitectura de la época prehispánica, tenemos que reconocer grandes conjuntos ceremoniales, en donde la selección de ubicación de sus asentamientos está cuidadosamente estudiada por sus pobladores locales, estableciendo relaciones precisas, sensibles,  creativas e ingeniosas  con respecto el entorno que los rodea, creando lugares en los que el sol, el viento y las vistas perspectivadas, mantienen vinculaciones cósmicas entre lo construido, el universo y ricas armonías con relación a la naturaleza que los rodea, además de posibilitar en ocasiones su posible defensa, de quienes ajenos al sitio intentaran atacar o controlar estos asentamientos. Las secuencias espaciales de recorridos de los centros ceremoniales, acentúan y nos dejan ver con claridad estas vinculaciones entre lo construido y sus entornos. Con un carácter monumental, se establecen ricas relaciones entre grandes espacios abiertos, vacíos, pero cargados de un gran magnetismo, propicios para las actividades ceremoniales de importantes grupos sociales, en relación con la materialidad pétrea y masividad expresiva de los edificios que constituyen estos conjuntos. Luego entonces son importantes tanto los espacios abiertos, como los volúmenes construidos, insistiendo, todo ello realizado con criterios de contrastes volumétricos y monumentalidad, tomando en cuenta las particularidades de la naturaleza como entorno.

Las realidades materiales y paisajísticas del conjunto rico y diverso de estas obras prehispánicas, constituyen en si mismas, en sus propias y únicas particularidades, importantes aportaciones de nuestra cultura a la arquitectura universal, pero al mismo tiempo han servido de inspiración y referencia para la realización de nuevas obras, formando parte de nuestra contemporaneidad. En este sentido, un ejemplo relevante lo constituye el proyecto de conjunto y algunos edificios en lo particular de lo que es la Ciudad Universitaria, realizado al sur de la ciudad de México, para la Universidad Nacional Autónoma de México, entre los años 1950 y 1957, proyecto realizado colectivamente con criterios de unidad en la variedad, por un grupo destacado de arquitectos e ingenieros mexicanos, coordinados por el arquitecto Carlos Lazo Barreiro (1914-1955) y cuyo diseño de conjunto fue realizado por los arquitectos Mario Pani Darqui (1911-1993) y Enrique del Moral Domínguez (1905-1987). Desde el año 2007 la Ciudad Universitaria es considerada por la UNESCO, Patrimonio Mundial de la Humanidad. Si comparamos los planes urbanos entre el conjunto ceremonial de Monte Albán en Oaxaca y el conjunto de Ciudad Universitaria en la ciudad de México, las semejanzas son notables. Es ambos es clara su axialidad simétrica, su voluntad de monumentalidad, el predominio del espacio abierto, ordenando dos conjuntos lineales de edificios ubicados en los extremos largos de los mismos, a los que se suman edificios singulares ubicados en las cabeceras y al centro del mismo conjunto, definiendo así dos grandes zonas de espacios abiertos, que diversifican y enriquecen las posibilidades de recorridos y estar en los lugares. Es clara también la utilización en ambos casos de plataformas, para ubicar armoniosamente en varios niveles, los distintos edificios que constituyen los conjuntos, relacionando lo construido con el lugar y el paisaje, buscando realidades formales y visuales perspectivadas. En algunos edificios de Ciudad Universitaria, como el espléndido y funcional Estadio Olímpico de Augusto Pérez Palacios (1909-2002), Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo Jiménez, la Biblioteca Central de Juan O´Gorman (1906-1982) y algunas plataformas abiertas del conjunto, así como la utilización de majestuosas escaleras, proyecto paisajístico de Luis Barragán (1902-1988), se construyeron aprovechando en parte la piedra volcánica del lugar y en su presencia y monumentalidad, nos recuerdan a la distancia imágenes y detalles de las construcciones  prehispánicas. Son particularmente notables los monumentales frontones realizados por Alberto T. Arai (1915-1959), que en su materialidad nos muestran por un lado masividad, taludes y plataformas, naturales a las pirámides prehispánicas y vistos desde otra perspectiva, con sus vacíos y juegos de planos abstractos, propios para el juego del frontón, aluden a interpretaciones neoplasticistas.

Otro ejemplo importante en el que se muestran relaciones y reinterpretaciones entre el movimiento moderno y las culturas prehispánicas, es el proyecto del Museo Nacional de Antropología, del año 1964, ubicado en las inmediaciones del Bosque de Chapultepec, en la ciudad de México, diseño de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez (1919-2013), Rafael Mijares Alcérreca (1924-2015) y Jorge Campuzano Fernández (1931-2018). Este proyecto rodeado de profusa vegetación, ordenado simétricamente, constituido por volúmenes y formas geométricas simples, regulares, tendiendo a la abstracción, en sintonía con los criterios proyectuales del movimiento moderno, se estructura en relación a un monumental patio central descubierto mayoritariamente, mostrando en sus fachadas laterales, en sus secciones altas, celosías que nos remiten a los trabajos de los bajorrelieves de obras prehispánicas mayas, como sucede en los edificios que conforman el Cuadrángulo de las Monjas de Uxmal.  El patio mencionado, un gran vacío que opera como ordenador de secuencias peatonales y lugar de convivencia,  nos vuelve a recordar los amplios espacios abiertos de los monumentales centros ceremoniales, contando además con un espejo de agua, que a la distancia nos recuerda el lugar hidráulico de asentamiento de los mexicas en el Valle de México.  Califica además este lugar un monumental paraguas, sustentado en una vigorosa columna labrada, con figuraciones también prehispánicas. El Museo de Antropología representa finalmente una variante proyectual que sintetiza la interpretación moderna, racionalista, abstracta, enraizada y calificada con elementos culturales de nuestra propia historia y localidad.

Formando parte de semejantes mezclas de modernidad y culturas prehispánicas, a lo que se suman atmósferas vivenciales de patios de la época de la colonia, podemos reconocer una buena cantidad de proyectos de diversa naturaleza, desarrollados por Teodoro González de León (1926-2016) y Abraham Zabludovzky Kraveski (1924-2003), entre los que sobresale el edificio del Colegio de México, 1976, ubicado a sur de la ciudad de México, dedicado al estudio, investigación y educación relacionados con temas de carácter social, político, económico y cultural. La solución proyectual del colegio, de planta  trapezoidal con volúmenes bajos, 5 niveles,  plantea secuencias de recorridos que comienzan con vacíos urbanos o plazas exteriores, cruzando luego un pórtico abierto monumental, para luego transitar entre patios descubiertos, alusión colonial, asentados en diversas plataformas del terreno accidentado, en donde para pasar de un nivel a otro se utilizan generosas escaleras que nos recuerdan nuevamente imágenes de las escalinatas prehispánicas, sumando a lo anterior el haber dejado vistas en el lugar, preexistencias de lava volcánica, formando parte del paisaje natural del conjunto proyectado. Hablamos de una propuesta racionalista, de ecos Le corbusianos, resuelta con concreto aparente martelinado, que muestra atmósferas claras de localidad cultural, prehispánicas y coloniales.

Una variante interesante de lo anterior, lo constituye el proyecto del taller de diseño realizado por Agustín Hernández Navarro (1924-2022), del año de 1975, ubicado en Bosques de las Lomas, al poniente de la ciudad de México. Condiciona de inicio el planteamiento del proyecto, el estar ubicado en un terreno que cuenta con una fuerte pendiente y estar rodeado de una buena cantidad de árboles frondosos. Así las cosas, Agustín Hernández, con sensibilidad  plantea que su taller miméticamente sea un nuevo árbol, que se integre con la mayor naturalidad al entorno preexistente. El proyecto resuelto con concreto visto, tiene sus raíces que son la cimentación, un núcleo vertical de comunicaciones y servicios que representa el tronco del árbol y su fronda, constituida por un volumen alto resuelto mediante tableros, taludes y ventanas horizontales, donde se aloja el taller de proyectos y sus servicios necesarios. Los tableros y taludes nos recuerdan la arquitectura prehispánica, particularmente detalles de la pirámide de los nichos del Tajín, ubicado al norte del estado de Veracruz. Hablamos entonces de una reinterpretación orgánica de la cultura prehispánica, con imágenes formales que nos muestran una modernidad un tanto futurista. De hecho, como postura proyectual, una buena parte del conjunto de la obra que caracteriza lo realizado por Agustín Hernández, es un claro acercamiento y reinterpretación contemporánea de imágenes prehispánicas.

Valorando la relación de la arquitectura de la época de la colonia, tomando en cuenta la arquitectura de los conventos, las haciendas, la arquitectura señorial y popular mexicanas, que tienen en común significar de manera importante las entradas a las obras y organizar lo construido por medio de secuencias de patios descubiertos, a veces porticados, existe un filón representativo de reinterpretaciones contemporáneas en la arquitectura mexicana. Tomando en cuenta los autores de esta posibilidad proyectual, destacan entre otros: Juan O´Gorman, Luís Barragán y Ricardo Legorreta Vilchis (1931-2011). Juan O´Gorman con sus proyectos de la casa de Cecil Crawford O´Gorman (1874-1943), de 1929 y las casas taller de Diego Rivera (1886-1957) y Frida Kahlo (1907-1954), de 1932, que forman un conjunto de dos proyectos colindantes, ubicados al sur de la ciudad de México, en las inmediaciones del barrio de San Ángel. Se trata de proyectos eminentemente funcionalistas, ampliamente conocidos y reconocidos, nacional e internacionalmente, siguiendo con fidelidad las ideas e imágenes de la arquitectura Le corbusiana, incluyendo atmósferas vivenciales, secuencias de patios, detalles paisajísticos y aplicaciones de color, relacionados directamente con reinterpretaciones de la arquitectura popular mexicana.

Luis Barragán concilió la arquitectura conventual y popular de su región natal en Jalisco, con experimentaciones muy logradas de edificios de departamentos, arquitectura racionalista Le corbusiana, sumando inteligentemente a lo anterior influencias culturales de personajes destacados de la cultura, pintores, paisajistas, artistas plásticos y arquitectos como Jesús Reyes Ferreira (1880-1997), Werner Mathías Goeritz  Brunner (1915-1990), Roberto Burle Marx (1909-1994), Gerardo Murillo Coronado el Dr. Atl (1875-1964) y Max Lwdwig Cetto Day (1903-1980) entre otros y tomando en cuenta también las vanguardias figurativas de finales del siglo XIX y principios del XX, como el cubismo, el neoplasticismo, el suprematismo y también la pintura de Giorgio de Chirico (1888-1978). Con el conjunto de este bagaje cultural, Barragán arriesgó una nueva propuesta proyectual que caracterizó su última etapa como diseñador, que lo llevó a ser ampliamente reconocido nacional e internacionalmente, a partir de las ideas,  valores compositivos y formales que identifican este período de su obra, hasta el punto de ser reconocido con el Premio Pritzker en el año 1980, convirtiéndose en el arquitecto, hasta hoy, mas trascendente de la arquitectura mexicana contemporánea. Hablamos de una arquitectura, que podemos ejemplificar con el proyecto de la capilla de las Capuchinas Sacramentarias, del año 1953, ubicado en Tlalpan, al sur de la ciudad de México, en el que la racionalidad, funcionalidad, abstracción geométrica, manejo de la luz, proporción, color, escala,  detalles constructivos y atmósferas reconceptualizadas de los conventos coloniales, tomando en cuenta del mismo período histórico, materiales y procedimientos constructivos, nos refieren a las ideas de serenidad y la nada, que implican una manera de vida caracterizada por la austeridad, cercanas formalmente a lo que hoy es la arquitectura minimalista. Fuera del país, las influencias conceptuales de Luís Barragán han sido reconocidas por autores como Tadao Ando (1941), japonés y John Pawson (1949), inglés.

Ricardo Legorreta, el mas importante seguidor de las ideas de Luís Barragán, llevó a escalas y complejidades programáticas mayores las ideas y realidades proyectuales del arquitecto jaliciense, convirtiéndose también en uno de los arquitectos mas reconocidos de la arquitectura mexicana contemporánea, nacional e internacionalmente, con obras realizadas tanto en México como en distintos países del mundo, entre los que destacan los Estados Unidos de Norteamérica, Israel, España y Nicaragua. Entre las numerosas obras de Legorreta destaca el proyecto del Hotel Camino Real, del año 1968, ubicado en la ciudad de México, obra en la que predominan volumetrías horizontales, cinco niveles en promedio, predominio de los muros sobre las ventanas, uso del color referido a la cultura popular mexicana y en el cual desde la plaza exterior que cuenta con una espléndida escultura de Mathías Goeritz y fuente monumental, se van recorriendo lugares, a través de patios interiores con un carácter intimista, de escala amable y acogedora, como si se estuviera recorriendo a pie un trozo de ciudad, con las atmosferas vivenciales de una pequeña ciudad colonial mexicana.

Dentro de la línea de realizaciones proyectuales contemporáneas, que toman en cuenta las preexistencias construidas y ambientales de los alrededores donde se ubican, podemos nombrar dos que son significativas: la Escuela de Artes Plásticas, ubicada en la ciudad de Oaxaca, del año 2009, proyecto de Mauricio Rocha Iturbide (1965) y Gabriela Carrillo Valadez (1978) y la Escuela Bancaria y Comercial, del año 2016, proyecto de Gustavo López Padilla (1950), Luís Sánchez Renero (1944), Félix Sánchez Aguilar (1944) y Fernando Mota Fernández (1948), ubicada en la ciudad de Mérida, en el estado de Yucatán. La Escuela de Artes Plásticas, es un proyecto con un carácter intimista, bordeado perimetralmente con algunos taludes de tierra y piedra, que se plantea como un grupo regular ordenado con base en entidades separadas,  talleres, servicios, salón de usos múltiples y administración, todo lo anterior rodeado de pequeños patios, que en conjunto y a la distancia recuerdan los talleres que conforman la Facultad de Arquitectura de la UNAM, del año 1952, proyectada por José Villagrán García (1901-1982), Javier García Lazcuráin (1912-1996) y José Alfonso Liceaga. El proyecto contempló la construcción de las unidades que constituyen la escuela, con base en muros levantados con tierra compactada y losas de concreto en cubiertas, cerrados mayoritariamente, con aberturas claras mirando a patios, buscando la mejor y mas homogénea iluminación para el funcionamiento educativo dentro de los talleres, evitando ganancias de calor innecesarias. Hablamos de formas geométricas simples, regulares, con claras referencias a la abstracción, que acercan al proyecto hacia criterios minimalistas. Los colores de la tierra, sus texturas, las calidades formales y las atmósferas vivenciales resultantes, nos recuerdan lugares y obras naturales a la tradicional ciudad de Oaxaca, en reinterpretaciones contemporáneas.

Para el proyecto de la Escuela Bancaria y Comercial campus Mérida, se reaprovecharon algunas construcciones preexistentes, buscando en el nuevo proyecto, ordenar la composición y recorridos programáticos con base en patios protegidos de la incidencia del sol y sus ganancias de calor, procurando en la medida de lo posible inducir ventilaciones naturales cruzadas, a lo que se suma el uso de colores claros, para que todo lo anterior en conjunto responda a las condiciones climáticas del lugar y costumbres habitables de las gentes de la localidad. Formal y operativamente se utilizan también parasoles de concreto y cubiertas protectoras horizontales. En términos urbanos la escuela está abierta a la ciudad, por medio de un gran espacio, atrio conformado por jardines que contienen flores y plantas de henequen, en clara referencia al paisaje natural de la localidad. Se complementa lo anterior con espejos de agua, que contribuyen real y psicológicamente a procurar un mejor confort climático en el lugar. La atmósfera vivencial de todo el conjunto y sus recorridos, es un intento de reinterpretación contemporánea de lugares y vivencias tradicionales a la ciudad de Mérida.

El movimiento cultural reconocido como Integración Plástica, en el que conviven la arquitectura con otras artes como pintura,  escultura o  bajorrelieves, se ha desarrollado intensamente en la arquitectura mexicana contemporánea, desde los inicios de los años veinte, del pasado siglo XX, hasta nuestros días. Aunque vale la pena decir que esto mismo, no es necesariamente nuevo, ya que fue experimentado desde la propias arquitecturas prehispánica y colonial, en las que las grandes obras convivieron también con expresiones pictóricas, bajorrelieves o esculturales, conformando así una larga tradición dentro de la arquitectura mexicana. Pero hablando en la particularidad de los tiempos de la modernidad, destacan algunas obras por su calidad arquitectónica y pictórica. Hablamos de obras como el proyecto de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria del año 1956, obra de Juan O´Gorman, declarada al mismo tiempo en 2007 con el conjunto de la universidad, como patrimonio mundial de la humanidad. El proyecto de la biblioteca realizado a partir de principios racionalistas, funcionalistas, formas geométricas simples, regulares, abstractas, calificadas en su monumental y ciego volumen alto por un gran mural de 4000 m2, en el que se despliega con mosaicos multicolores la Representación Histórica de la Cultura,  se volvió imagen dominante de la propia universidad,  así como representativa mundialmente de la modernidad de la cultura mexicana. La imagen de la biblioteca se asocia al pujante México contemporáneo. Además muchos otros edificios históricos y modernos han sido intervenidos con pintura mural y esculturas, alojando trabajos de los grandes muralistas mexicanos como Diego Rivera (1886-1957), José Clemente Orozco (1883-1949), David Alfaro Siqueiros (1896-1974) o Rufino Tamayo (1899-1991) entre otros, desde el Palacio Nacional, el Castillo de Chapultepec, pasando por la Secretaría de Educación Pública, el Palacio de bellas Artes, el Hospicio Cabañas, el Museo Nacional de Antropología de Pedro Ramírez Vázquez y el Hotel Camino Real de Ricardo Legorreta, identificando invariablemente estas obras, con la cultura y la moderna arquitectura mexicana.

Hablando en términos de proyectos de viviendas sociales, la arquitectura mexicana ha desarrollado obras que se han vuelto significativas, retomando y reconceptualizando ideas del movimiento moderno, particularmente Le corbusianas, logrando proyectos de buena calidad urbana y arquitectónica, como son el Conjunto Urbano Miguel Alemán, construido entre 1947 y 1949, ubicado en la colonia Del Valle, en la ciudad de México, diseñado por Mario Pani y Salvador Ortega, variante inteligente y mas completa, de lo que constituye la Unidad Habitacional de  Marsella del año 1947, de Le Corbusier.  En el Miguel Alemán los arquitectos mexicanos dispusieron de las circulaciones generales de sus edificios, como calles exteriores formando parte de sus fachadas, creando interesantes juegos formales y de claroscuros, calles que permiten una intensa vida social en altura. El conjunto está constituido por 9 edificios de 12 niveles y 6 de 3 niveles, en donde se mezclan diferentes tipos de departamentos y grupos sociales, contando además con variantes interesantes de comercios en planta baja y equipamientos jardinados, de educación y recreación.

Se suman a lo anterior el interesante conjunto llamado Unidad Independencia, del año 1960, ubicado al sur de la ciudad de México, colindando parcialmente con el anillo periférico, diseño de los arquitectos Alejandro Prieto Posada (1924-1996), José María Gutiérrez Trujillo (1924-2018) y Pedro F. Miret (1932-1998), en el que se reinterpretan ideas contenidas en la Carta de Atenas como la zonificación, mezclando viviendas unifamiliares de 2 niveles  con edificios de 5 y 12 niveles, rodeados de amplios y generosos jardines, contando con circulaciones peatonales seguras, separadas del flujo de los automóviles, a lo que se suman espacios y equipamientos deportivos, comerciales y culturales. Los edificios de 5 niveles cuentan con algunas aplicaciones de geométricos murales y en el conjunto existen algunas esculturas de Luis Ortiz Monasterio y Federico Garza Cantú, con claras referencias a la cultura prehispánica. Otra experiencia importante habitacional es el conjunto reconocido como Integración Latinoamericana del año 1976, ubicado también al sur de la ciudad de México, colindando con el eje 10, proyecto de los arquitectos Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota Fernández, contando con la colaboración de Héctor Meza Pastor y Humberto Ricalde González (1942-2013). En este proyecto se cuenta con una densidad construida de 740 hab por hectárea, contando con  edificios de 5, 10, 12 y 16 niveles, conteniendo  variantes de departamentos que permiten ricas mezclas sociales y culturales, con la particularidad de disponer de un  circuito interno vehicular continuo, que se articula fluidamente a las dos avenidas a las que da frente el conjunto, más amplias áreas dedicadas a estacionamientos cubiertas, formando plazas altas descubiertas, en las cuales se posibilita una intensa vida social, sumando estos espacios públicos a importantes áreas verdes llegando hasta constituir un 59.4 % de espacio abierto dedicado a convivencia de  familias y peatones. Los espacios  libres son seguros,   separados del flujo vehicular. Se cuenta además con algunas zonas de comercio, culturales y educación, complementando las mezclas de usos del suelo. Entre otros, estos tres conjuntos de viviendas han sido reconocidos por su calidad urbana, arquitectónica y vivencial, tanto dentro como fuera del país.

Si bien toda obra arquitectónica o urbana, para su realización profesional proyectual y constructiva, necesariamente implica un compromiso social por parte de sus autores y edificadores, lo que se conoce como Arquitectura Participativa, conlleva de manera mas intensa y directa un compromiso entre la comunidad que requiere los proyectos y los arquitectos que los desarrollan. En esta modalidad los diseños resultan de un proceso de interacción directa entre comunidad y arquitectos y la realización constructiva de las obras generalmente la ejecuta la propia comunidad, en jornadas de trabajo colectivo bajo la dirección de los autores del proyecto. En este campo profesional, dentro de  la arquitectura mexicana contemporánea se han ejecutado buenos proyectos, resultando ser reconocidos como importantes contribuciones. Aquí podemos identificar entre otras, tres obras: La Capilla del Panteón de Carlos Mijares (1930-2015) del año  1987, la Escuela Rural Productiva de Mariana Ordóñez Grajales (1986) y Jessica Amezcua Carrera (1983) del año 2018 y el Instituto Superior  Intercultural Ayuuk de Oscar Hagerman (1936) del año 2016.

En México no existe una amplia y reconocida experiencia de construir con tabique rojo de barro recocido aparente, sin embargo algunos trabajos del arquitecto Carlos Mijares Bracho (1930-2015) han logrado una alta calidad en sus resultados, utilizando este material y sus técnicas constructivas asociadas. Entre otros destaca una pequeña capilla reconocida como El Panteón, del año 1987, ubicada en Jungapeo,  en el estado de Michoacán de Ocampo. Se trata de una pequeña obra, de base cuadrada, altura de 10 metros, de tan solo 64.00 m2 construidos, ejecutada como arquitectura participativa con la propia comunidad del lugar, en la que Mijares despliega un virtuosismo proyectual geométrico constructivo, particularmente asociado a lo que se refiere a las cubiertas de la capilla, en donde juegos dinámicos y armoniosos de arcos y pequeñas concavidades muy expresivas, terminan por constituir juegos interesantes y muy logrados de formas complejas, en donde están presentes el color del tabique, sus texturas y claroscuros, personalizando con el material y la geometría del proyecto de manera sólida el lugar. La capilla es pequeña, abierta mediante un gran arco de medio punto y se extiende al exterior para lograr un poco mas de concurrencia y este espacio, plaza exterior, nos recuerda los atrios que acompañaron una buena cantidad de iglesias en la época colonial, pensadas para alojar temporalmente durante las celebraciones de la eucaristía, a las comunidades prehispánicas que todavía no habían sido evangelizadas y convertidas a la religión católica. Esta obra es también una reconceptualización contemporánea de una previa denominada Pila o Corona, fuente situada en Chiapa de Corzo, Chiapas, del año 1562, obra de estilo mudéjar atribuida al fraile dominico de origen andaluz llamado Rodrigo de León.

La Escuela Rural Productiva, del año 2018, de las arquitectas Mariana Ordóñez y Jessica Amezcua, se ubica en la localidad de Tepetzintan, Cuetzalan del Progreso, en la sierra nororiental del Estado de Puebla. El lugar elegido para su construcción entre la comunidad y las arquitectas responsables del proyecto y su ejecución, es una zona accidentada, con pendientes, ricamente arbolada, entre la cual se  seleccionó una plataforma para alojar el proyecto acordado, constituido por aulas, salón de usos múltiples y exposiciones, administración, servicios y lugares abiertos de convivencia. Del proyecto se ha construido a la fecha una primera etapa, constituida por un amplio salón, que funciona también como de usos múltiples, protegido del sol  por un pórtico, sumando algunos primeros servicios necesarios. La autoconstrucción se realizó utilizando muros de tabique de barro rojo recocido, en su condición aparente, con cubiertas en las que se utilizó estructuralmente el bambú, terminándolas finalmente con lámina. Las ventanas fueron realizadas con elementos vegetales, buscando entre las alturas generosas del lugar y las posiciones de las ventanas, una ventilación cruzada, para lograr confort interior en el lugar.

El Centro Superior Intercultural Ayuuk, 2016, proyecto de Oscar Hagerman (1936), ubicado en Jaltepec, Oaxaca, es un trabajo de comunicación intensa entre la comunidad del lugar y su diseñador. Hagerman le dedica tiempo a convivir con los lugareños y conocer de primera mano sus costumbres de vida expresadas en términos de sus obras tradicionalmente construidas. El proyecto realizado de tan solo tres espacios continuos, es una reinterpretación sensible de las imágenes y procedimientos constructivos de las viviendas construidas a lo largo del tiempo en el lugar. Muros sólidos y cubiertas altas terminadas con componentes vegetales, pocas aberturas de ventanas, lo que resulta en espacios confortables, según la experiencia vivencial acumulada por los lugareños. Por los exteriores la obra cuenta con color y por los interiores se prefiere el blanco. Las obras ejecutadas por Hagerman, en ocasiones se complementan con algunos mobiliarios como sillas o mesas, en las cuales también realiza versiones contemporaneizadas de los tradicionales muebles de la localidad.

Por diversas circunstancias políticas o sociales, en diversas épocas han llegado a México, arquitectos de otros países, que se han avecindado en el nuestro, realizando buenas obras, que han terminado por constituirse como parte de nuestro patrimonio construido. Tal es el caso de los arquitectos españoles José Luís Benlliure Galán (1928-1994) y Félix Candela Guteriño (1910-1997) quienes llegaron a nuestro país como consecuencia de la guerra civil española, de los años treinta del siglo pasado. Entre las obras que realizó Benlliure sobresale el proyecto del Conjunto Aristos, del año 1961, ubicado en esquina de  la Ave. de Los Insurgentes y Aguascalientes, en esta ciudad de México. Conjunto que alojó en sus inicios oficinas, comercios y algunos equipamientos culturales. Este proyecto se constituye como una verdadera lección de arquitectura y urbanismo, a partir de la maestría con la que está realizado el emplazamiento del conjunto. Sobre la ancha avenida principal y de mayor flujo vehicular se dispone un volumen alto de 16 niveles, sobre la calle secundaria un volumen intermedio de 9 niveles y al interior del conjunto, con una escala mas amable para los visitantes al sitio,  un volumen continuo de tan solo 3 niveles, que termina por definir un cuerpo bajo, a manera de una base que le confiere unidad a  todo el proyecto. Sobre la esquina principal del conjunto, se suaviza su presencia al curvar de manera cóncava su arista, contrastando con la convexidad en la misma esquina  del cuerpo bajo. El conjunto contempla un amable patio interior, formando al mismo tiempo un continuo pasaje peatonal, que articula las dos calles a las que da frente el Aristos.  El despliegue ordenado de las ventanas de fachada y el diseño en general, nos acerca a una arquitectura racionalista, con calidades formales suaves y expresivas, a lo que se suman trabajos compositivamente virtuosos,  en los remates de las azoteas y juegos de bellos bajorrelieves que califican algunas fachadas, realizados por el mismo arquitecto Benlliure.

Con una sólida formación preliminar, influencia del ingeniero español Eduardo Torroja Miret (1889-1961), llega a nuestro país Félix Candela, con la voluntad de desarrollar intensos trabajos de investigación, que implicaron estudios matemáticos, geométricos, formales, constructivos  y compositivos, relacionados con las cubiertas laminares reconocidas como cascarones de concreto armado, que tienen la particularidad de constituirse con geometrías de una doble curvatura inversa  y secuencias formales de puntos altos y bajos, algunos de estos últimos convertidos en los apoyos de las cubiertas. Haciendo equipo con arquitectos mexicanos o por su cuenta, desarrolló una intensa actividad de investigación, proyectual y constructiva, realizando una buena cantidad de proyectos de distinta naturaleza y escala, entre los que podemos mencionar mercados, iglesias, almacenes, restaurantes o estaciones del metro. Entre esta obra sobresale el proyecto del Restaurante los Manantiales, del año 1957, ubicado en Xochimilco, al suroriente de la ciudad de México. En su origen el contexto existente era bello, pleno de exuberante vegetación y agua que corría limpia y fluida por los canales de la zona. Con  gran sensibilidad Candela desarrolló un proyecto que parece un gran elemento vegetal,  que se posa en el sitio de manera respetuosa y elegante, una cubierta ligera, ondulante, en donde los cascarones de concreto se despliegan con gran maestría, mirando al hermoso original paisaje circundante. Se trata de una obra en la que se privilegia la propuesta estructural orgánica, como la imagen urbana y arquitectónica dominante, determinando al mismo tiempo las calidades y posibilidades de uso del espacio en el sitio. Obra reconocida nacional e internacionalmente, lamentablemente descuidada y deteriorada a lo largo de los últimos años.

Hablando de literatura mexicana, el poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de literatura en el año 1990, dijo en algún momento, que la literatura mexicana por muchos años había sido una importante afluente de la literatura española, pero que desde mediados del siglo XX, la misma literatura mexicana se había convertido en un río caudaloso con ideas, realizaciones y personalidad propias. Trasladando estas reflexiones a lo que tiene que ver con la arquitectura mexicana contemporánea, por muchos años nuestra arquitectura fue en buena medida, con excepciones, una afluente de las arquitecturas de la Europa Central y de los Estados Unidos de Norteamérica. Pero justamente también, desde mediados del siglo XX, la arquitectura mexicana contemporánea, poco a poco se ha ido consolidando, adquiriendo conceptual y materialmente personalidad propia, siendo abiertamente reconocida en la actualidad internacionalmente.

En las presentes reflexiones se intenta reconocer en primera instancia, ideas, valores y autores, referidas a algunas de sus realizaciones proyectuales en nuestra arquitectura, que justamente dejan constancia de la solidez de su presencia, en el contexto de la actual arquitectura universal. Se ha hablado de obras que forman parte de la modernidad universal, pero que en sus calidades formales, compositivas y vivenciales, responden a unas condiciones del sitio y culturales, que hacen que estas obras se hayan podido construir de cierta manera,  respondiendo justa y directamente  a los requerimientos programáticos, formas de vida, contextos, lugares  y condiciones culturales que se identifican con el México actual. Como ya se comentó en el inicio, como todo trabajo de reflexión crítica, las ideas aquí expresadas no pretenden ser definitivas, son naturalmente susceptibles de variaciones, ajustes y reconsideraciones. Esta es una labor constante de construcción y reconstrucción en el tiempo, admitiendo naturalmente que puedan existir otras posibilidades de valoración, que puedan realizar otros autores.

                                                                                                    Ciudad de México, diciembre 2023.

Nota:

Para información con mayor detalle de algunos de los proyectos mencionados en el presente ensayo, se pueden consultar los libros:

Arquitectura Mexicana Contemporánea, Crítica y Reflexiones.

Editorial Designio, 2009.

Autor Gustavo López Padilla

Nueva Arquitectura Mexicana, Tendencias Entre Siglos.

Editorial Designio, 2011.

Autor Gustavo López Padilla.

El Relevo Generacional, Arquitectura Mexicana Contemporánea.

Editorial Designio, 2014.

Autor Gustavo López Padilla.

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Conjunto Habitacional en Pachuca, Hidalgo.

                                                  Gustavo López Padilla

El 19 de septiembre del año 1985, un fuerte sismo sacudió la ciudad de México,  afectando severamente buena parte de sus edificaciones, sobretodo las ubicadas en la parte central de la urbe, donde se ubican los suelos flexibles y de baja capacidad de carga, que constituyen parte de lo que fueran las zonas de los antiguos lagos, donde se ubicaron buena parte de las construcciones originales  del México Prehispánico. Como parte de las propuestas de políticas públicas y planeación urbana, que se instrumentaron como consecuencia de este sismo, se planteó que algunas instancias gubernamentales cambiaran la sede de sus oficinas representativas y se trasladaran según sus actividades fundamentales que representaban, a algunas ciudades del interior de la República Mexicana, como parte de un plan de reordenamiento y descentralización de las funciones gubernamentales, tratando con ello además de regular en términos urbanos,   presiones de crecimiento y densificación, que operaban sobre la ciudad de México por aquellos años, distribuyendo actividades y población en otras entidades urbanas. Fue así que se propuso trasladar la representación del sector minero a la ciudad de Pachuca, en el vecino Estado de Hidalgo, ciudad que cuenta con una larga tradición en lo que tiene que ver con las actividades en ese sector, sobre todo en lo que tiene que ver con la extracción de plata.

Como consecuencia se planteó realizar un proyecto urbano arquitectónico en la citada ciudad de Pachuca, Hidalgo, que alojara el conjunto de las oficinas representativas del sector minero y las viviendas necesarias para que las gentes que trabajaban en las oficinas ubicadas en la ciudad de México y que con su traslado a Pachuca, tuvieran viviendas dignas cercanas a su nuevo lugar de trabajo. El proyecto fue realizado en equipo, entre la oficina de Teodoro González de León, quién desarrolló el diseño de las nuevas oficinas gubernamentales y Sánchez Arquitectos y Asociados, constituido por Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota González, quienes realizamos la propuesta proyectual de las viviendas, hoy reconocidas como Centro Minero, complementando lo anterior con sus equipamientos mínimos requeridos.

El conjunto de oficinas y viviendas se ubicó cercano a la carretera Boulevard Felipe Ángeles, próximo a la zona de acceso a la ciudad,  limitado en parte por las hoy llamadas Boulevard de la Minería, Antigua carretera la Paz y calle Fomento Minería.  El proyecto se ordenó definiendo la zona de ubicación de las oficinas, ubicadas  en el sector noreste del terreno disponible, dando frente directamente al Boulevard Felipe Ángeles, lo que le confiere una clara presencia urbana en la ciudad y el conjunto de viviendas abrazando en dos de sus lados la zona de oficinas, se ubicó en los sectores norponiente, sur y oriente del terreno,  quedando un tanto remetido del alineamiento del boulevard principal del conjunto, delimitado por las tres calles previamente identificadas. Del conjunto que contaría con 330 viviendas, se construyeron  230 en una primera etapa, ubicadas en el sector sur poniente del terreno, siendo terminadas en el año de 1987. Como parte sustancial de la propuesta proyectual, entre las oficinas y las viviendas se ubicó un boulevard principal de acceso (llamado hoy de la minería), constituido por un camellón central arbolado y doble circulación vehicular, que remata al fondo en una atractiva glorieta también arbolada.La particularidad del proyecto de conjunto de las viviendas, constituidas en su mayoría por dos niveles, se ordena a partir de dos calles perpendiculares entre si, que contienen también camellones centrales arbolados, calles que definen en su entrecruzamiento una plaza central descubierta, delimitada en sus perímetros por viviendas y algunos comercios de primera necesidad, conteniendo además una pequeña glorieta central entendida como un hito urbano, si pensamos en las ideas urbanas de Kevin Lynch. En términos urbanos, las calles interiores quedan definidas y delimitadas por los paramentos de las viviendas, mostrando una escala amigable, tanto si se recorren a pie como en automóvil. Por sus dimensiones se trata de un conjunto caminable. En otro sentido, aludiendo a la idea de constituir pequeños barrios, las viviendas se dispusieron en discretos conjuntos de secciones rectangulares, de poco más de treinta unidades por cada uno de ellos, ordenados alrededor de un espacio central jardinado, entendido como el ¨lugar¨ natural privado de convivencia, buscando además que la mayoría de las unidades habitables, respondieran a una orientación cercana a la oriente-poniente, lo que garantiza su adecuado asoleamiento. En cada uno de estos pequeños conjuntos se cuenta con al menos tres prototipos de viviendas, algunas de ellas, las de las cabeceras con mayor área construida, buscando así mezclas de diferentes niveles económicos, para procurar diversidad social y cultural, tan necesario en los conjuntos de viviendas de esta naturaleza.

En términos de materiales y procedimientos constructivos, todas las viviendas fueron ejecutadas con base en muros de carga de tabique rojo aparente por sus exteriores, con aplanados finos de yeso por sus interiores, ventanerías de aluminio natural, combinando lo anterior con entrepisos de vigueta y bovedilla, pisos de cemento pulido, buscando en todo lo planteado, racionalidad y eficiencia constructivas, además de bajos costos de mantenimiento. Al fondo del conjunto en la zona suroriente, como remate de la calle arbolada principal de acceso, aprovechando la preexistencia de unas viejas instalaciones, naturalmente relacionadas con la extracción minera de la plata, se aprovecharon unos cobertizos y zonas abiertas, para alojar ahí algunos equipamientos comunitarios. Se trata de un conjunto de viviendas de baja densidad construida, contando con un porcentaje importante en sus  usos del suelo referidos a espacios abiertos verdes, lo que le confiere al sitio una confortable calidad formal y habitable, dada su escala amable de tan solo dos niveles y sumando las mencionadas zonas verdes.

Pasados dos años posteriores al sismo de 1985, al final del camino las entidades gubernamentales relacionadas con el rubro de la minería, decidieron política y operativamente no trasladarse a la ciudad de Pachuca, conservando su lugar de residencia en la ciudad de México, por lo que las viviendas construidas del conjunto ahora mencionado, terminaron por ofrecerse a libre venta, operando desde aquellos años como un conjunto residencial privado y las oficinas que alojarían a los trabajadores mineros, finalmente fueron  ocupadas como lugares representativos y de trabajo de las entidades del gobierno del estado de Hidalgo y de la ciudad de Pachuca.

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Los reclamos de la naturaleza, todos somos corresponsables

                                            Gustavo López Padilla

Durante los últimos años, durante los últimos meses, durante los últimos días, hemos sido testigos de los fuertes reclamos de la naturaleza, en relación a los desequilibrios ambientales, producto en buena medida de los agresivos desarrollos urbanos que los seres humanos hemos construido en muchos lugares en todo el planeta. Han sido constantes en muchas ciudades en el mundo, las noticias que dan cuenta de inusitados incendios, inundaciones, sequías, deslaves, tornados, diferencias de temperaturas altas y bajas superiores a las promedio generalmente identificadas, embates de lluvias y vientos torrenciales que acompañan huracanes dejando destrucción y desolación a su paso. El conjunto de todo lo anterior afectando las actividades de la vida cotidiana, la economía, la producción de alimentos, el patrimonio construido social y particular de muchísima gente, alterando  los equilibrios de grandes extensiones de ecosistemas naturales. Como consecuencia también se suman importantes y obligados desplazamientos sociales, abandonando la gente sus lugares de origen, buscando en otros sitios mejores oportunidades de vida.

Los reclamos de la naturaleza son cada vez mas frecuentes, violentos, ocupando mayores periodos de tiempo,  multiplicando sus afectaciones. Los seres humanos nos seguimos equivocando una y otra vez, en los rumbos que definen nuestro ¨ desarrollo ¨ en lo que tiene que ver con los asentamientos humanos, sobretodo los urbanos. Hemos desoído las voces que desde la segunda mitad del siglo XIX nos alertaban de lo que podía suceder en términos de un agresivo desarrollo industrial, con sus consecuentes desequilibrios ambientales, afectaciones a la vida y en una actitud arrogante seguimos hoy en día sin escuchar plenamente la multitud de estudios y resultados de foros que con este tema se han realizado a nivel mundial, dando cuenta del grave cambio climático. Las consecuencias de esta falta de atención son evidentes y siguiendo este camino equivocado, cada vez serán mas terribles, con afectaciones que pueden ser irreversibles, como también ya nos han alertado. Hablamos de una  necedad que pone en riesgo la viabilidad de la vida humana como la hemos conocido hasta ahora.

A partir de los evidentes, graves y sorprendentes resultados de las afectaciones ambientales, debemos necesariamente entrar en razón, como si fuéramos verdaderamente seres racionales. No tenemos alternativa ni tiempo que perder, requerimos urgentemente regular el crecimiento poblacional, la sobreexplotación irracional de los recursos naturales, evitar el uso de energías agresivas en relación con la naturaleza, procurando en su lugar utilizar las energías renovables mas amigables, replanteando las múltiples prácticas industriales y sus consecuentes diversas contaminaciones, tanto en la tierra, como  en el agua y el aire. Necesitamos repensar a fondo el conjunto de nuestras ciudades, las construidas y las posibles por construir, limitando su crecimiento, pensando en ciudades funcionales compactas que contengan nuevas armonías con respecto a la naturaleza, que privilegien sobretodo la vida saludable de las personas,  aprovechando por otro lado de mejor manera lo ya construido, impulsando densidades funcionales que restablezcan equilibrios. Es importante identificar con la mayor precisión posible en las ciudades, las diversas zonas de riesgo para la vida, evitando construir y habitar socialmente en ellas. Necesitamos pensar y aplicar nuevos, inteligentes y razonados criterios de planeación urbana, evitando repetir errores que en el tiempo se han vuelto evidentes. Ya sabemos lo que hemos hecho mal. Requerimos distribuir razonablemente en los territorios aptos disponibles los conjuntos poblacionales. Insistiendo, en las ciudades se debe privilegiar la vida de la gente, buscando contar con adecuados porcentajes de espacios verdes e hídráulicos y lugares públicos en donde se propicie la vida comunitaria. Pensar en sistemas de movilidad colectiva con base en transportes públicos no contaminantes, limitando el uso del automóvil, incentivando el uso de la bicicleta y el caminar de la gente. Se trata de evitar las diversas posibilidades de destrucción y contaminación de la tierra, del agua, del aire, del conjunto de los medios naturales, incentivando las diferentes alternativas de reciclamientos, como lo que tiene que ver con las aguas residuales y la basura.

En lo que tiene que ver con las particularidades de las diversas arquitecturas posibles en las ciudades, se deben identificar  en primera instancia los lugares adecuados para ser construidos, habitables  y en otro sentido reconocer las zonas de riesgo en donde en principio no se debería construir o si se hace hacerlo con la mayor conciencia posible, tomando todas las precauciones necesarias, pensando siempre en materiales, procedimientos constructivos y formas arquitectónicas lo suficientemente resistentes y adecuadas, dependiendo de las diversas zonas climáticas, para hacer frente al fuego,  sismos, tornados, escurrimientos hidráulicos, deslaves y embates de huracanes, de tal manera que puedan resistir adecuadamente esas manifestaciones  de la naturaleza. En zonas de riesgo se debería contar necesariamente con  refugios seguros, de tal suerte que por algún tiempo razonable,  los usuarios de las obras se puedan resguardar de los efectos adversos de la naturaleza. Se han identificado como criterios de diseño que deben ser particularmente considerados, el tamaño, resistencia y orientación de las ventanas, que deben contar además con sistemas adicionales de protección para espacios interiores, como pueden ser cortinas metálicas que cierren los espacios y así poder resistir el embate de los vientos con velocidades importantes. Considerando además entre los materiales que deben evitarse, para zonas que resienten huracanes, sismos o tornados, todos aquellos que puedan desprenderse, pudiendo causar pérdidas económicas y accidentes para los propios usuarios de las obras o para todas aquellas personas que puedan estar en los alrededores de las mismas construcciones.

Nuestro aprendizaje ha sido desafortunadamente penoso, a partir de todas las desgracias que los seres humanos hemos padecido en los últimos tiempos. Los cambios climáticos son mas que evidentes, no se pueden ocultar. Los justos reclamos de la naturaleza exigiendo restablecer equilibrios entre lo construido y el  medio ambiente, cada vez son mas dolorosos, violentos y cada vez mas costosos, afectando seriamente la vida y las economías locales y globales. Tenemos que ser conscientes de no repetir nuestros errores y no volver a realizar una y otra vez las acciones que hemos hecho mal. Tenemos que incentivar todavía más el desarrollo de la ciencia contemporánea, en lo que tiene que ver con las predicciones oportunas de lo que tiene que ver con los sismos, los tornados,  los huracanes, las erupciones volcánicas y la generación de incendios entre otros conceptos. Tenemos que acompañar lo anterior con la procuración de condiciones construidas habitables que se traduzcan en una vida social saludable, sumando naturalmente a ello estudios inteligentes de renovadas visiones de asentamientos y desarrollos urbanos y lo que tiene que ver con mejores y mas seguras prácticas constructivas.

No hay vuelta atrás ni tiempo que perder, todos somos corresponsables, todos debemos sumar acciones pro restauraciones ambientales, desde el nivel global planetario hasta el local particular de cada país. No se resolverán estos problemas de los cambios climáticos si no se enfrentan coordinadamente en conjunto. Somos además corresponsables la sociedad civil, las distintas entidades gubernamentales, políticos, economistas, científicos, universidades, conocedores ambientales,  estudiosos de las ciudades y sus arquitecturas, adultos y jóvenes. Mientras estemos vivos tenemos oportunidades de recomenzar, las ciudades se hacen y se rehacen en el tiempo,  debemos  aprender de los errores cometidos y reorientar racionalmente los caminos de nuestros  desarrollos urbanos, en armonía con la naturaleza a la cual pertenecemos.

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Mercado Público en Huimanguillo, Tabasco

                                               Gustavo López Padilla

 Como en la vida, la arquitectura es un aprendizaje constante y las fuentes que alimentan lo anterior son de lo más variado. Se necesita desde luego para ello tener voluntad de conocer, estar atento, poniendo en juego el conjunto de los sentidos. Leer de manera consistente implicando los temas mas diversos, incluyendo desde luego filosofía, ciencia, política, economía, teoría de la arquitectura y las ciudades, cultura en general, con una actitud crítica y reflexiva, es una de las actividades fundamentales del aprendizaje. Pero se suman naturalmente a lo anterior oír música, ver teatro, cine y danza, asistir a exposiciones de pintura, escultura y visitar sobretodo caminando ciudades distintas y sus obras arquitectónicas relevantes, que pueden ser tradicionales o modernas, de manufactura popular o diseñadas por arquitectos en lo particular. Es importante además, conocer que han hecho y están haciendo los otros arquitectos contemporáneos, nacionales y extranjeros, valorando los resultados de sus obras, reconociendo las rutas intelectuales por las que transita la arquitectura actual, pensando y valorando que papel jugamos dentro del conjunto de este panorama, visualizando posibilidades y posturas teóricas, compositivas y formales para el presente y el futuro.

En este orden de ideas, en esta oportunidad vamos a conocer y reflexionar sobre un mercado público, inaugurado en el año 2022, ubicado en la ciudad de Huimanguillo, en el estado de Tabasco. Huimanguillo es la cabecera municipal mas grande de la región conocida como Chontalpa y se ubica a 67 km de la ciudad de Villahermosa, capital del estado. Huimanguillo colinda al oriente con el Río Mezcalapa, cuenta con un clima cálido y húmedo, llegando a alcanzar temperaturas de 45 grados centígrados y un promedio de 23 grados. La economía del lugar se orienta hacia los servicios y el comercio. La ciudad cuenta con una población de 190,885 habitantes según el censo nacional del año 2020.

El proyecto del Mercado Municipal denominado José Mercedez Gamas, fue realizado por el despacho 128 Arquitectura y Diseño Urbano, dirigido por el Arquitecto Fernando Tepichín Jasso, egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Esta obra forma parte del Programa de Mejoramiento Urbano, instrumentado por la SEDATU y se ubica en la calle Pedro C. Colorado S.N. Centro, entre las calles Ignacio Zaragoza e Ignacio Gutiérrez, dando en uno de sus frentes hacia la Central de Autobuses de la ciudad de Huimanguillo, contando con una superficie total construida de 2975.00 m2 y su programa arquitectónico general está constituido por 133 locales comerciales, 6 bodegas, guardería, sanitarios, servicios generales, zona de administración, área de carga y descarga y un patio central descubierto de convivencia de 425.00 m2. El conjunto cuenta con una zona de estacionamientos al aire libre, ubicada en el costado poniente del mercado.

El orden compositivo de la propuesta proyectual, maneja formas geométricas simples, regulares, atendiendo los requerimientos de carácter funcional relacionados al programa solicitado. El planteamiento de diseño se enfrentó de manera sistemática, ordenado a partir de un criterio modular que tiene como referencia las medidas y el área de un local comercial tipo, que cuenta con 7.40 m2 de superficie. Partiendo de un terreno de base rectangular, se ordenó el conjunto del mercado a partir de dos crujías de locales comerciales, ubicadas en los costados norte y sur, a lo que se suman un patio central descubierto de convivencia, servicios al fondo en el costado oriente  y dos zonas porticadas, una en los lados largos del patio ya mencionado y otra perimetral en los lados: norte, sur y poniente del terreno disponible. Tomando en cuenta condicionantes de carácter climático y con ello la necesidad de circulaciones naturales cruzadas de aire, la altura del mercado es generosa, con aberturas continuas permanentes, lo que permite además una iluminación natural suficiente y homogénea. Los locales cuentan con 4.90 mts. de altura y todavía sobresale de ellos la estructura de la cubierta que cuenta con 3.15 mts. Los locales comerciales están constituidos por planta baja y un tapanco superior y las circulaciones generales públicas del mercado se aprecian de doble altura. Los recorridos en el lugar son ordenados, claros y la imagen resultante del diseño en general es amable y atractiva.

Me parece sin embargo que el patio central podría contar con una hilera central de árboles altos y frondosos, que le conferirían al lugar sombras como una condición mas amable en términos de habitabilidad y calidades climáticas. Los árboles ordenados, centralizados, seguirían permitiendo que en su oportunidad, este patio pudiera ser usado no solo para convivencia social, sino al mismo tiempo como de maniobras, utilizando vehículos de tamaños razonables.

En términos de materiales y procedimientos constructivos, el mercado está resuelto mediante una estructura sistemática y modular,  apoyos de columnas de concreto y una cubierta zigzagueante también de concreto armado, constituida por bóvedas de cañón de costados rectos, que recuerda con una interpretación modernizada, algunos de los tradicionales mercados públicos construidos en México, durante las décadas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado. Se complementa lo anterior con muros de tabique rojo vidriado aparentes, pisos pulidos de cemento y elementos metálicos en las cortinas que cierran los locales. El concreto de columnas, trabes y cubiertas está pigmentado integralmente en tonalidades semejantes al tabique rojo de barro, lo que le confiere un criterio de unidad a la imagen de conjunto, con base en los materiales empleados, generando al mismo tiempo una luminosidad y claroscuros, que vuelven atractiva la expresividad del sitio.

En lo que tiene que ver con la imagen urbana del conjunto del mercado, el volumen total cuenta con una altura tal, que dignifica la presencia de la obra, pero al mismo tiempo resulta de una escala agradable, amable, al ser apreciada visualmente en perspectiva y recorrida a pié por los usuarios del lugar. El resultado compositivo y formal del mercado logra constituirse como un lugar que seguramente sirve como lugar de servicios, convivencia y de cotidiana referencia urbana, como elemento orientador de recorridos en la ciudad. Contribuye a lo anterior la presencia sombreada de los pórticos de doble altura, calificados por el ritmo de columnas y expresivas celosías, ubicadas en la parte alta de los mismos.

Al final de cuentas, estamos hablando de una obra eficiente, bien resuelta, atractiva, ordenada a partir de criterios racionalistas, formalmente expresivos, en donde el juego de contrastes, masas, vacíos y claroscuros juegan un papel determinante. Este proyecto se suma con dignidad, al conjunto de mercados realizados a lo largo de la Arquitectura Mexicana Contemporánea, habiendo sido ya reconocido con la Medalla de Oro, en la XVI Bienal de Arquitectura Tabasqueña y con Medalla de Plata, en la VI Bienal de Arquitectura de la ciudad de México.

Nota: Fotografías de Alejandro Gutiérrez.

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Torre de Ingeniería de la UNAM, reflexionar la experiencia

                                            Gustavo López Padilla

Como toda actividad humana, el ejercicio de la arquitectura implica un proceso continuo de experimentación, en el que se van sumando experiencias,  enriqueciendo, diversificando y retroalimentando lo realizado a partir de cada nueva oportunidad proyectual. Como una necesidad fundamental, que naturalmente forma parte del proceso mencionado, se requiere ir valorando en el tiempo los proyectos construidos, para que dependiendo de los resultados obtenidos, poder orientar de mejor manera las posturas intelectuales, valores y criterios de diseño a seguir en los posibles caminos y proyectos de futuro. Pasados cincuenta años de ejercicio profesional, el equipo constituido por Luis Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota Fernández, hemos emprendido una serie de visitas a los lugares de algunos de los proyectos que consideramos significativos dentro del hacer profesional del grupo, con la intensión de verificar como se han comportado en el tiempo las ideas a partir de las cuales se fundamentaron las propuestas de diseño, conociendo además de primera mano, que piensan y como han vivido los usuarios los espacios que constituyen las obras, reconociendo calidades habitables, errores y logros obtenidos. En este sentido, recientemente hemos realizado un minucioso recorrido por los diferentes espacios que constituyen la Torre de Ingeniería de la UNAM, proyecto terminado en el año 2002, que se ubica en el costado oriente de las instalaciones de la Alberca Olímpica, formando parte del perímetro B del campus de Ciudad Universitaria.

De inicio vale la pena recordar, que este proyecto nace por ahí del año 1998, impulsado por las ideas y el entusiasmo del Dr. José Luís Fernández Sayas, quién por ese tiempo era el Director del Instituto de Ingeniería y que planteó la necesidad de contar con un edificio que dispusiera de espacios funcionales, confortables, que mostrara personalidad propia reconocible, albergando las actividades de investigación intelectual y relación profesional de las distintas ingenierías que constituyen el Instituto de Ingeniería, que se aplican concretamente a la realidad de las solicitudes de diversas empresas que se acercan al Instituto, buscando resolver conjuntamente de la mejor manera posible, problemas operativos de ingenierías, que enfrentan en las diversas instalaciones que constituyen dichas empresas, mismas que pueden ser públicas o privadas. Hablamos de una investigación académica aplicada a la realidad del país o fuera de este, en la que participan empresas solicitantes asociadas al Instituto de Ingeniería, que contribuye con sus mejores especialistas representantes de las diversas ramas de la ingeniería e incluyendo algunos destacados estudiantes, también  de las diversas especialidades, con lo que se cierra el círculo virtuoso de pensar, investigar, producir y transmitir el conocimiento entre expertos universitarios, empresas y las nuevas generaciones de estudiantes, impulsando así el mejor desarrollo de la ingeniería mexicana contemporánea.

La condición esencial que permitió desarrollar la obra, fue que el propio Instituto de Ingeniería, contaba de inicio con los recursos económicos propios necesarios para desarrollar y ejecutar los proyectos y la edificación de los mismos, recursos obtenidos justamente de los ejercicios mencionados de investigación aplicada realizados previamente, no necesitando financiamiento de la Universidad. Para la ubicación del proyecto, se utilizó un terreno que ya había sido ocupado previamente por el propio Instituto de Ingeniería y que albergaba algunas bodegas, talleres y estacionamientos. El acuerdo con la Universidad Nacional, fue que se podía disponer de estos terrenos mencionados, sin ocupar adicionalmente otros territorios colindantes, destinados de origen como áreas verdes. Así las cosas contando con terreno y recursos, el Instituto a través de su Director, invitaron a Sánchez Arquitectos y Asociados a realizar el proyecto ejecutivo necesario y se comenzó a plantear conjuntamente el programa de necesidades a resolver. El Instituto de Ingeniería cuenta en la zona alrededor del nuevo proyecto, con los talleres prácticos de investigación necesarios debidamente equipados, abarcando los rubros de las distintas ingenierías, por lo que el nuevo proyecto se enfocaría en alojar espacios donde se pudieran realizar con dignidad y prestancia, las negociaciones de los proyectos en los cuales participaría el Instituto con entidades públicas o privadas y que en el mismo lugar se pudieran desarrollar los trabajos necesarios de investigación intelectual, la administración  del propio Instituto y de los proyectos conjuntos a realizar.

En términos generales, el programa resultante contempló contar con cubículos suficientes para alojar a los investigadores del propio Instituto, a los representantes de las empresas asociadas solicitantes de los diversos proyectos, a los estudiantes que colaborarían en el proceso de desarrollo de los mismos y lo que tiene que ver con la administración de dichos trabajos. Se contaría además con una zona de exposiciones, restaurante público, auditorio, salones de usos múltiples reconfigurables, salas de juntas especiales, un espacio de usos múltiples para llevar a cabo congresos, seminarios y reuniones en general, cocina y todos los diversos servicios necesarios. Como directriz esencial del proyecto, el Dr. José Luís Fernández Zayas, planteó que el diseño resultante debía representar con dignidad a la ingeniería y a la arquitectura mexicana contemporáneas, con la consigna adicional, que se debería considerar la oportunidad de que el proyecto se concibiera con un carácter experimental, incluyendo las diversas ingenierías, modalidades actualizadas en la utilización de los espacios y poniendo especial énfasis en lo que tiene que ver con consideraciones de carácter ambiental.

Para dar inicio al proceso proyectual, se planteó considerar que justamente formando parte del terreno seleccionado para la construcción del proyecto, existía la preexistencia de las instalaciones de un Túnel de Viento, muy preciadas por la comunidad del Instituto, que se debían conservar e integrar a las propuestas de diseño. Para resolver lo anterior se propuso realizar un amplio volumen bajo, que cubriría absorbiendo las instalaciones del Túnel de Viento, constituyendo al mismo tiempo una gran plaza elevada de acceso al nuevo edificio, a la que se llegaría por medio de una rampa Le Corbusiana, admirando el paisaje de los alrededores. A nivel de terreno natural se ubicaron el auditorio y salones de usos múltiples, sobre la plaza mencionada en un primer nivel el acceso principal al edificio, la zona de exposiciones y el restaurant público, dando servicio al mismo tiempo a la comunidad de Instituto, pero también al público en general. Sobre este primer nivel, seis pisos adicionales alojarían los cubículos de trabajo de los investigadores, en dos zonas claramente identificadas, divididas por sendos patios interiores comunitarios, parcialmente arbolados; una primera zona de dos pisos y otra segunda de cuatro.  A través de los patios interiores la iluminación natural y el paisaje verde circundante se introduciría visual y anímicamente hasta el corazón del edificio. En el nivel azotea, se ubicaron  un salón de usos múltiples,  salas de juntas principales,  cocina y sus servicios generales. Sobre las fachadas oriente y poniente se dispusieron amplias terrazas de doble altura, también parcialmente arboladas, con la idea de extender las áreas útiles de trabajo interiores hacia el exterior, mirando también al paisaje. La idea de estas terrazas además, fue que  limitaran las incidencias del sol y sus ganancias de calor al interior del edificio.

En la propuesta de proyecto se planteó que el edificio debería contar con algunos elementos compositivos y formales, que establecieran un vínculo claro en relación a los criterios de diseño empleados en los edificios que forman el campus original de Ciudad Universitaria, diseñado durante la segunda mitad del siglo pasado, por un conjunto de algunos de los mas destacados arquitectos e ingenieros mexicanos de su momento. Al mismo tiempo el nuevo edificio debería contar con imágenes y soluciones, que le confirieran personalidad propia, representando a la arquitectura e ingeniería mexicanas de principios del siglo XXI. Para el diseño del nuevo edificio, en términos conceptuales se propuso un acercamiento a las ideas del movimiento llamado High Tech, en donde se privilegia la presencia constructiva,  formal, expresiva, de componentes de ingeniería en su condición aparente, en lo que tiene que ver con sus soluciones estructurales y de las diversas instalaciones necesarias para un proyecto de esta naturaleza, incluyendo además como ya se ha comentado criterios de carácter ambiental, como la climatización pasiva, la regulación de las incidencias y ganancias de calor, la ventilación natural cruzada, el aprovechamiento privilegiado de la luz natural, la reutilización del agua de lluvia y el tratamiento de las aguas residuales, así como de los residuos de basura. Se planteó además procurar un diseño que contemplara en sus soluciones, bajos costos de construcción, mantenimiento, reposición y mejoramiento de las ingenierías empleadas. Así las cosas la estructura del edificio, combinando concreto y acero y las instalaciones respectivas se muestran de manera aparente, eliminando el uso de acabados adicionales y plafones. Al utilizar armaduras metálicas de alma abierta, entre los componentes estructurales de los entrepisos del edificio, se permitió que las instalaciones viajaran horizontalmente entre ellas, reduciendo la necesidad de contar con mayores alturas de entrepisos, lo que resultó casi en el ahorro de un piso adicional en la altura total del edificio, implicando con ello claros beneficios económicos.

En nuestra reciente visita a las instalaciones de la Torre de Ingeniería, pudimos constatar, que sus usuarios se han visto identificados con los resultados y facilidades espaciales con los que se cuentan en el lugar,  haciendo suyo el edificio, lo que se ha traducido en una atmósfera cotidiana habitable de gran calidad, amable, confortable, pasados poco mas de veinte años desde su inauguración. Contribuye naturalmente al cuidadoso y detallado mantenimiento del lugar que se aprecia a simple vista, el que el Instituto genera sus propios recursos económicos para el efecto y debido a la atinada administración de los encargados de dicho mantenimiento. El edificio se aprecia limpio, ordenado, bien iluminado, mostrando sus terminados de pisos, muros y plafones bien cuidados, incluyendo sus zonas de trabajo, patios, terrazas y demás servicios que constituyen la Torre de Ingeniería. Se han hecho pequeños cambios al edificio en lo que tiene que ver con algunos de sus acabados, pero respetando en general los criterios originales de diseño. Las ideas racionales, funcionales, tecnológicas aplicadas al diseño del edificio siguen teniendo vigencia y se le pueden incorporar otras nuevas, dada su flexibilidad conceptual y espacial. La imagen arquitectónica del conjunto de la obra ha transitado en el tiempo, con dignidad y elegancia.

En su carácter experimental, los ocupantes de la Torre de Ingeniería siguen probando, a partir del criterio de plantas libres reconfigurables con las que se cuenta en el lugar,  con distintas modalidades de ocupación del espacio, buscando mejores opciones y condiciones de trabajo, funcionalidad y confort, lo que incluye retomar y buscar renovadas alternativas en lo que tiene que ver con la climatización pasiva. En términos generales, las temperaturas al interior del edificio y sus condiciones de ventilación natural, no contando con aire acondicionado, se mantienen con índices razonables de habitabilidad.  Algunas experiencias en lo que tiene que ver con el uso de la energía solar para el calentamiento del agua de la cocina del nivel superior y la utilización de cortinas móviles de protección solar en la zona de terrazas, para regular adicionalmente las incidencias del sol, han mostrado algunos inconvenientes operacionales, pero se sigue trabajando en el tema, para llevarlos a buen término de la mejor y mas eficiente manera. Vale las pena recordar que esta obra, fue reconocida con el Premio Nacional de Ahorro de Energía y Fuentes renovables por la SENER en el año 2008. Al final del camino fue una buena y aleccionadora experiencia, revisitar nuevamente la Torre de Ingeniería y platicar con algunos de sus usuarios y encargados de su operación y mantenimiento. El lugar se aprecia vivo, mostrando y alojando plenas y diversas actividades. En términos generales, la valoración del edificio por parte de sus ocupantes, durante nuestro recorrido resultó positiva y esta experiencia proyectual además, a lo largo de los últimos años, nos ha servido de base para la realización de otros proyectos posteriores a la Torre de Ingeniería.

 

 

 

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Clínica de Optometría ENES – UNAM campus León, Gto.

                                          Gustavo López Padilla

 La Universidad Nacional Autónoma de México ha  diversificado y enriquecido  su presencia nacional, a  través de consolidar académicamente varios campus, que se ubican en diversas regiones geográficas a todo lo largo y ancho del país. Una de estas sedes llamada Escuela Nacional de Estudios Superiores, se ubica en la ciudad de León, en el estado de Guanajuato, en el Blvd. UNAM 2011, en el predio del Saucillo y El Potrero, en la comunidad de Los Tepetates, ocupando una extensión de 60 hectáreas. En esta sede se imparten las carreras de Administración Agropecuaria, Ciencias Agrogenómicas, Desarrollo Territorial, Desarrollo y Gestión Intercultural, Economía Industrial, Fisioterapia, Traducción, Odontología, Optometría, Turismo y Desarrollo Sostenible.

Para mejorar y actualizar las actividades educativas de la carrera de Optometría en esta ENES Léon, fue invitado el equipo conformado por Gustavo López Padilla, Luis Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar y Fernando Mota Fernández, que constituyen el taller de proyectos Sánchez Arquitectos y Asociados, para desarrollar el proyecto de una  Clínica de Optometría que se  construyó en el lugar, obra que fue recientemente terminada en una primera etapa, a mediados del mes de agosto del actual año 2023. El proyecto en cuestión se ubica el norponiente del conjunto del campus, a un costado de la Torre Académica, entre la Clínica de Fisioterapia y el Laboratorio de Procesos y Métodos y contará en su totalidad con 3034.26 m2.  En su inaugurada primera etapa cuenta con 1742.26 m2 construidos.

En términos generales el programa de proyecto a resolver, estuvo determinado por los requerimientos  de carácter educativo, entre los que se establece que los estudiantes se acerquen al conocimiento teórico de la optometría en general y como parte complementaria de lo anterior, se plantea la necesidad de desarrollar una práctica de este conocimiento, que se realiza haciendo equipo entre maestros y alumnos avanzados, atendiendo real y directamente a pacientes con problemas visuales, que forman parte de la comunidad de los alrededores, constituyendo lo anterior al mismo tiempo  aprendizaje y un servicio social comprometido. Los costos de consultas y servicios en la clínica son accesibles. El proyecto como tal está constituido por zona de acceso general, tienda para venta de lentes y accesorios, área de espera, incluyendo espacios considerados para niños y zonas para alojar consultorios, con sus variantes necesarias y sitios de apoyo como salas de profesores, farmacia, zona administrativa, site, bodegas, baños, elevador, escaleras y circulaciones en general, todo esto último dispuesto en dos niveles. Para el proyecto total se contará con 90 consultorios y en su primera etapa se dispone de 43.

Por cuestiones de carácter funcional y operativo, las secuencias entre las etapas constructivas en el conjunto completo de Optometría, se relacionan proyectualmente con la manera de cómo está compuesto el proyecto, a partir de su Plaza de Acceso frontal arbolada con naranjos, mas  tres cuerpos claramente identificados, constituidos por un volumen central de alturas generosas, donde se alojan el acceso, la tienda óptica y zona de espera,  complementado lo anterior  por dos volúmenes longitudinales laterales donde se alojan los servicios de consultorios y finalmente un jardín posterior coincidiendo con el volumen central. En la primera etapa solo se cuenta con uno de los volúmenes alargados de consultorios. El volumen complementario se construirá en una segunda etapa. El criterio planteado es que desde su inicio, se perciba el proyecto como funcional y autosuficiente. Como necesidad estricta de programa, los volúmenes de consultorios se solicitaron ciegos de luz natural, para que la funcionalidad de las consultas en ellos sea eficiente, como lo requiere la adecuada operación de la especialidad, en tanto que el volumen central por el contrario, es pleno de luz natural y transparencias, regulando las incidencias del sol y sus ganancias de calor. A través de este espacio central, fluyen visualmente de manera continua, las presencias de la  Plaza de Acceso y el Jardín Posterior.

En el criterio conceptual del proyecto prevalece la idea de que la Clínica cuente con personalidad propia, incluyendo su compromiso de correspondencia necesaria con los tiempos actuales, pero que además en algunos detalles y uso de materiales, como lo es el uso del tabique vidriado aparente de color arena y en algunos tratamientos paisajísticos de la plaza frontal de acceso, recuerden a la distancia su afinidad con el proyecto de la Ciudad Universitaria de los años cincuenta, ubicado al sur de la capital de la República Mexicana. Tomando en cuenta  de inicio  criterios funcionales, formalmente se plantea un claro contraste entre la masividad cerrada, ciega, tendiendo a la abstracción funcionalista de los volúmenes de los consultorios, respecto a las transparencias, continuidades espaciales y expresividades de los detalles constructivos, que forman parte de los componentes estructurales del volumen central, sobretodo tomando en cuenta el detalle de sus conexiones, que se muestran en su condición aparente, como buena parte de los componentes metálicos que constituyen la materialidad de este lugar.

En lo que tiene que ver con la plaza de acceso y el jardín posterior, la inclusión de naranjos deja ver la intención de crear antes que nada un lugar, identificable, abierto, confortable, sombreado, protector y amable, procurando además secuencialmente calidades vivenciales, relacionadas con los aromas que se desprenden de los naranjos, sobretodo por las noches, incluyendo la oportunidad de disfrutar sus frutos libremente en cada temporada. Vale la pena insistir en el reconocimiento de que el mejor aprendizaje de los estudiantes de optometría en la clínica, tiene que ver en buena medida, con el relacionarse directamente con la realidad de las necesidades de carácter visual, de los pacientes que forman parte de su comunidad, alentando en todo momento la idea de que su profesión es antes que nada un servicio. Finalmente, desarrollar proyectos para la UNAM siempre es un privilegio compartido, en el que participan haciendo equipo, desde luego en primera instancia los usuarios, planteando de manera directa sus necesidades programáticas, a lo que se suman los expertos asesores conocedores del tema, desde luego proyectistas y constructores y todos los responsables involucrados en la dirección, administración  y supervisión de las obras.

Notas:

El dibujo que muestra la tienda para venta de lentes, ubicada en el espacio central que acompaña las presentes reflexiones, es trabajo de Rodrigo López Sanromán.

Colaboraron en el desarrollo ejecutivo del proyecto: la Arq. Iris Youali Aguilar Talamantes y la Arq. Angélica Becerra Bravo.

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