Reutilizar lo construido en la ciudad, proyecto Laguna

                                                 Gustavo López padilla

 Los rostros y las calidades habitables de las ciudades se van construyendo paulatinamente en el tiempo, de manera colectiva, conformando lugares y tejidos espaciales que les confieren identidad, con los cuales las gentes se identifican y desarrollan ahí sus vidas cotidianas. En estos ámbitos de las ciudades podemos reconocer distintas zonas de desarrollo económico, social y cultural, con resultados  edificados muy diversos. En las ciudades existen zonas claramente consolidadas,  dentro de las cuales algunas pueden llegar a ser patrimoniales, que  merecen atenciones y cuidados especiales, las hay otras mas dinámicas comprometidas con la modernidad en constante transformación y unas mas  que si bien sus rostros no tienen una gran calidad formal, están bien equipadas en términos de infraestructuras que se pueden considerar potencialmente como reservas territoriales urbanas. En términos proyectuales en las ciudades, existen posibilidades de realizar obras nuevas, pero también pueden edificarse otras, en las que se reutilizan construcciones preexistentes,  alternativa que en los últimos años ha cobrado relevancia, significando racionalidad e importantes oportunidades de diseño, en las cuales sin ocupar nuevos territorios que impliquen indeseados crecimientos horizontales y con ello disminución de las zonas naturales, se desarrollan proyectos que pueden implicar enriquecimientos referidos a cambios en los usos del suelo, además de redensificaciones edificables mesuradas, mejor aprovechamiento de construcciones e infraestructuras urbanas existentes, implicando en ello el mejoramiento, renovación y actualización  de zonas importantes de ciudades, en términos económicos, sociales, culturales y de sus calidades de diseño,  incluyendo su imagen urbana.

La colonia de los Doctores, ubicada al sur de la Alcaldía Cuauhtémoc, que surgió a finales del siglo XIX en la ciudad de México, alrededor del año 1890, representa una zona que cuenta con importantes equipamientos arquitectónicos y urbanos, mezclas variadas de usos del suelo, en donde existen áreas significativas de baja densidad construida, con imágenes compositivas y formales poco unitarias, atractivas  y consolidadas, pero contando con una posición geográfica estratégica centralizada dentro del conjunto total de la ciudad, lo que le confiere una condición para ser considerada como una reserva territorial de primer nivel, que ha comenzado a transformarse, mejorando poco poco sus calidades de habitabilidad y representando un cúmulo de posibilidades profesionales para los arquitectos. Algunas de las construcciones en la colonia de los Doctores, que surgieron  desde los primeros años del siglo pasado en el lugar, originalmente fueron fábricas, ocupando lotes de buen tamaño y que para su funcionamiento estuvieron resueltas naturalmente mediante estructuras industriales, que alojaron grandes y altos espacios con continuidades entre los mismos. Por diversas circunstancias, algunas de estas fábricas han dejado de funcionar como tales, resultando estas preexistencias, brillantes oportunidades de inversión y proyectuales, reciclando y reutilizando lo construido, cambiando los usos del suelo originales, creando además las condiciones para un mejoramiento urbano, social y cultural en la zona. Tal es el caso del proyecto conocido como Laguna, que se ubica en la calle Dr. Erazo 172, dando frente además a las calles Dr. Lucio y Dr. Martínez del Río.

La fábrica en cuestión, que data inicialmente del año 1930, alojó la empresa textil llamada Barmenia y en 1942 se convirtió en La Laguna, que producía hilos y encajes. El lugar cuenta con un terreno cabecera de manzana de 8,000.00 m2 y actualmente con 6,500.00 m2 construidos. La fábrica como tal cerró sus actividades en el año 2015 y por ese mismo tiempo BUNA productora de café, inició parcialmente la ocupación del sitio, comenzando el cambio en el uso del suelo original. Desde aquellos años a la fecha el lugar se ha ido transformando, de la mano de un proyecto realizado como un proceso continuo, encomendado al joven equipo de diseño, fundado en el año 2006, identificado como Productora, constituido por Abel Perles, Argentina (1972), Carlos Bedoya México (1973), Víctor Jaime México (1978) e Wonne Ickx Bélgica (1974).

Como fábrica, la construcción original estuvo ordenada fundamentalmente en relación a un patio central descubierto, alargado, en torno al cual se disponían las naves de trabajo, resueltas como espacios continuos, altos, bien iluminados, a veces contando con planta baja y alta y en otras, con lugares de dobles alturas. Constructivamente se emplearon de origen estructuras de concreto armado, muros de block de cemento aplanados y pisos de cemento pulido. Esta característica general del lugar, una vez que se plantea decididamente cambiar el uso del suelo resulta favorable, permitiendo fácilmente aprovechamientos y subdivisiones de diversas dimensiones y contando siempre con alturas generosas, abriendo posibilidades de uso, calidades habitables funcionales y de gran atractivo formal y espacial. Hasta ahora se ha respetado el paso del tiempo, que se deja ver claramente en las irregularidades y desgastes de los terminados de pisos y paredes, que combinados con algunos discretos tratamientos formales y de detalle de acabados recientes, en sus combinaciones plásticas logran un encanto interesante. Las diversas instalaciones en general, viajan y se muestran en su condición aparente, permitiendo con ello facilidades de operación, reposición y mantenimiento. La postura proyectual en el conjunto y en los detalles de los distintos locales resultantes, se ha caracterizado por la prudencia, evitando protagonismos innecesarios.

En términos urbanos, la Laguna cuenta una presencia amable, discreta,  con una escala amigable peatonalmente, de máximo dobles alturas generosas, manteniendo el criterio de poca presencia hacia la calle, procurando en sentido contrario una intensa vida interior. Respetando el patio central descubierto ya mencionado, en términos de uso, compositivos, formales y funcionales, fundamentalmente se han aprovechado los espacios interiores útiles en su condición preexistente, aunque han surgido algunas zonas de nuevas construcciones, en las que se han planteado tratamientos espaciales y de acabados, que dialogan bien con las preexistencias. Se ha propuesto como idea general, que los tratamientos de cancelerías exteriores, fundamentalmente en el conjunto, respeten y reinterpreten los criterios originales de forma, materiales y color, respecto de las originales de la fábrica, buscando con ello  unidad compositiva.

Se ha incentivado en los usos del suelo en La Laguna, el impulsar actividades creativas, relacionadas con la gastronomía y las posibilidades diversas del diseño, desde diseños de pequeños objetos, muebles, distintas expresiones del arte y las manufacturas, hasta despachos comprometidos con la arquitectura y el urbanismo. Las escalas y dimensiones de los lugares resultantes son muy variadas. Se ha ido creando un sentido de comunidad, con actividades complementarias entre sí, estableciendo vínculos, apoyos funcionales y operativos, entre quienes forman parte de la vida en el lugar. Al mismo tiempo ha habido la voluntad de relacionarse con diversos grupos de vecinos de los alrededores a la Laguna, con la idea de contribuir a la difusión del conocimiento y la cultura, tratando de enriquecer y diversificar la vida comunitaria de barrio. El proyecto Laguna de los arquitectos de Productora sigue en marcha, entendido como un proceso continuo y rectificable en el tiempo.

El tema de los reciclamientos industriales, que muchas veces se ubican en zonas centralizadas, contando con equipamientos e infraestructuras importantes, que con sus cambios de usos del suelo transforman los rostros y las calidades habitables en las ciudades es potencialmente sólido, prometedor y diverso, con posibilidades proyectuales que pueden implicar conjuntos de viviendas, culturales, comerciales, de trabajo o de entretenimiento, abriendo incluso, según su escala,  alternativas para contribuir ambientalmente con  zonas significativas abiertas verdes.  Se trata de obras que en el curso de sus funcionamientos pueden ser entrañables, que forman parte de la vida y la memoria social y que pueden contar con segundas oportunidades de viabilidad productiva. En otro sentido, pensando en términos urbanos, hablamos de reservas territoriales, que con visión creativa y acciones concertadas entre autoridades, inversionistas y arquitectos, pueden revitalizar y generar nuevos impulsos de desarrollo para las ciudades contemporáneas.

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